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Cita a ciegas
En el espejo del baño repasó sus arrugas, alisó el pelo en el mismo desorden que sus pensamientos, y miró de frente a esa extraña que se atrevía a juzgarla desde el otro lado del azogue.
Tenía una cita en el “Café Canalla”.
Una cita a ciegas.
El café amargo separa dos soledades. Se endulzan con mentiras concertadas y la historia de verdad, es sólo humo.
La ilusión es eso que enciende lucecitas en los ojos y pone alas a las palabras.
Lo había leído en un libro.
El, resultó ser un adivino.
Leyó en los posos del café todo lo que ella ocultaba en su sonrisa.
Por efecto de la cafeína soñaron despiertos hasta el amanecer.
“El Café Canalla”, cómplice, no les pasó factura por consumir inconscientemente, felicidad a destiempo.