viernes, 28 de junio de 2013

Relato de jueves: "La Candidata"






Me acabo de abrochar las sandalias. Cada día me cuesta más, mis dedos se retuercen como sarmientos.
Hace frío y la campana suena a cristal de escarcha. Llama a maitines. 
Me incorporo a la fila de silencios buscando un resquicio de sol por entre los cipreses.
Me pesa el rezo, me pesa el miedo, me pesa la obediencia.
Lo decidieron en el último cabildo, yo fui la elegida.
Las paredes que nos alojan salen a subasta, las grietas en los muros dejan ver el mundo y el mundo pasa de largo.
La alacena vacía, las alforjas rotas,  la tierra del huerto en baldío, la fe ha dejado de ser ciega.
La candidata. Yo soy la candidata sin renuncias.
Se fragua la trama. A partir de esta noche se podrán apreciar los estigmas en estas manos. Duele el remedio  que ulcera mis ojos y sangra a destiempo mi costado. La voz entrenada sólo para el rezo se niega a la queja.
Dentro de poco dejare de ser Sor Constanza y me bautizarán Santa con otro nombre. El milagro se irá extendiendo y nuestra comunidad será bendecida. Yo no. 
Yo solo soy el instrumento para engañar al pueblo,  el látigo de Dios que fustiga las conciencias.
Frugal alimento, Vísperas… Todas oyen. Nadie escucha  llorar a la candidata.
El  hambre huye al amanecer.


jueves, 20 de junio de 2013

Este jueves: "Cartas al director"




A la atensión del zeño Ebelio Sanpico direrto del diario locar
Ar dia de oy desisiete de abril y en plenas facurtade  yo  Endalecia Martine  de 75 años de eda  la mita de tos ellos al servicio de uste y de su pediorico  jarta ya de enfregotea los zuelos poronde uste pisa y sacando brillo a la placa de condecorasion  que le dio Franco  -quedioloperdone-  pido encaresiamente la jubilasion  pa pode i a pasa la beje a mi caza der pueblo con los cuatro duro que e ajorrao y agradesia por aver tenio el privilegio de aprende aleeyescrivi  en los raticos que uste me dejava pratica entre el japoteo de un bate y otro y la de bese que jincaita de enrroiya merecorrio la redasion pa dejala como la patena por toeyo y porque me gusta jase las cosas bien pa que tenga encuenta que mi Chariyo zequede en er puesto de una zerbidora pa segui onrrando esta zu caza esta que lo e  Endalecia la der tuerto.fin.





jueves, 13 de junio de 2013

Este jueves un relato... un secreto que llevarse a la tumba





Mira…

Mira que le he dado vueltas, Mariano, mira que han sido veces las que me cosido la boca para no dejar al descubierto cosillas... sin importancia.
Pero hoy, Mariano, doy fe, que de hoy no pasa.
(Mariano está pálido. Hace días que no articula palabra, respira como un búfalo,  no come, no atiende  ni siquiera cuando cambio el canal de la televisión hasta su película porno favorita,  no ve y con un poco de suerte, ni me oye)
De hoy no pasas, Mariano, eso ha dicho el médico y para descargo de mi conciencia quiero que te lleves un secretillo a la tumba. Es mío, -el secretillo, digo- pero en un arranque de generosidad, te lo traspaso.
Nunca he sido perfecta.
Mira mis lentillas de colores, las prótesis del pecho,  la dentadura de oro, el alza de mi zapato izquierdo –que todo hay que decirlo, me da una gracia al andar…-
Mira,  mi pompis tiene relleno y lo del velito a la cara no es por seguir la moda árabe, si no para ocultar el bigote, me aclaro la voz con clara de huevo para no roncar  como un tractor, tengo algunos años más de lo que siempre te hice creer, puedes comprobarlo porque con el pellejo que me sobra de la barriga, tengo para hacerme un bolso de viaje, mira…
Pobre Mariano, que tranquilo se ha quedado.
La maquinita dice piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

jueves, 6 de junio de 2013

Relato de jueves: "Leyenda urbana"




No era una costumbre, sino una necesidad por más raro que pareciera al resto de la familia.
La tía Francisca  murió después de unos penosos días en los que yo no pude acompañarla.
Después de muerta, yo contaba con ella para todas las cosas de mi diaria vida.  Vigía incansable de todos mis momentos, me protegía, cuidaba y complacía todos mis ruegos.
A riesgo de que me llamaran loca, yo iba contando, como la cosa más natural del mundo, aquella ayuda que tenía del más allá.
Algunos  me decían que no podía retener por siempre el espíritu protector, que  rezara para que se alejara del círculo de mis necesidades  y la ayudara a encontrar  el camino de evolución.
No quería escuchar a nadie, no quería pensar  que sería de mí si ella se alejaba.
Pero tenía remordimientos y una noche decidí no pedirle más ayuda, Pase llorando la mitad de la noche por despedir a mi  Ángel de la Guarda.
De madrugada me despertó una luz rojiza como si las bombillas de la lámpara del cuarto se encendieran muuuuy  len-ta-men-te  como un fuego cálido se fueron tiñendo las paredes y con la misma lentitud se apagaron.
Asustada me levante y llame a mi marido que estaba en la habitación  de al lado  cuidando de mi bebé para que yo descansara. Le conté lo sucedido y me calmó diciéndome que habría sido una pesadilla.  
Para tranquilizarme, decidió  quedarse en la habitación conmigo y a los pocos minutos  volvieron las luces a teñir de rojo la estancia.
Nos abrazamos y nunca más hablamos de ello. Pero supe que  nunca estaría sola.
Al poco tiempo nos cambiamos de casa. Una tarde tomaba un café sentada en la cocina y vi como la lucecita del horno se encendía sola, suavemente, como si hiciera un guiño. Se me aceleró el corazón. Ella estaba allí.
Pedí a un técnico  que mirara el electrodoméstico para que los demás se quedaran tranquilos (yo sabía a qué era debido) aquel buen hombre me dijo que  había una mala conexión, me cobró por el trabajo tras comprobar que la lucecita se había apagado. Mi horno estaba en perfectas condiciones para desafiar a la lógica.
A los diez minutos,  volvió a encenderse la luz. Jamás funcionó mi horno.

Yo cumplí el juramento de dejarla marchar…pero ella quiso quedarse.


sábado, 1 de junio de 2013

Payaso




"La infrecuencia con que ocurre lo esperado..."        William Carlos William




Repasa la pintura  mecánicamente mientras  se desdibuja la expresión con lápices de colores hasta llegar a la perfección de la alegría con cuatro trazos para llamarse payaso.
El espejo, cómplice y juez le abraza los remiendos,  le alisa la corbata y  ata sus pasos a los zapatones… Todo está listo.
Da un portazo y la imagen se tambalea ante el azogue, se divide en dos: la una es el silencio que  huye por la ventana, la otra, la fábula  que abre la puerta.
A golpe de platillo  bajo la carpa,  -tímpano avisador de su entrada a la  risa, de su ensayo al fracaso-  baja su escalón tropezador, preámbulo de la carcajada.
La luz aterradora resalta el drama de su nariz,  la razón de la alegría y el aplauso.
Bajo el sombrero se  atirantan los hilos que mueven  su desgana.
Y sale al ruedo amarillo y se guarda el murmullo de  los niños tristes, aquellos que son arrastrados al circo para que se lo pasen bien. 
Las estrellas de purpurina  alumbran poco  su noche,  el cañón de luz  le afianza  el  círculo del hambre. 
La vida le ha obligado a ser un payaso. 
Suena la música cada vez más lejos, los aplausos entierran  los acordes y la  burbuja de sueños  explota.
Mentira, todo mentira.
En la cama prestada, el payaso llora bajo la pintura difuminando así el color con que dibujó horas antes la perfección de la alegría.
Se encienden las luciérnagas,  con la infrecuencia que ocurre lo esperado.