miércoles, 28 de noviembre de 2012

Relato de jueves, a la luz de una vela








Todo en la casa duerme.
Llueve fuera.
Llueve como si se hubiera rasgado el cielo.
A  los charcos de espejo gris los agujerea el granizo, 
la luz se ahoga.
La noche  se hace infinita a mis ojos
y trato de acomodar los fantasmas del sueño  a la luz de una vela.
En la pared se mece el humo,
arrulla el agua en los cristales, nana para el desvelo.
Entorno los ojos, te busco en el rescoldo del tiempo
y suena tu voz violeta y amarilla  alumbrando mi oscuridad.
Todo en la casa duerme,
todo menos el eco, rueca de hilar  palabras.
Teje un cuento para esta niña grande 
que tiene miedo de la sombra picuda y triste del pasado.
Se derrite la cera.
Amanece.

domingo, 25 de noviembre de 2012

A contracorriente




Su hija está a punto de volver de la escuela,  pronto llegará él. De una patada  abrirá la puerta, le silba como a  una perra, y ella va.
Ya debería estar acostumbrada, pero aún tiembla. Agacha la cabeza como si sobre su cuello llevara un yugo y calla.
Su olor a aguardiente se mezcla con el de su miedo, no puede evitarlo.
Dueño del grito y del desprecio, su voz es  el látigo que  señala los días.
A fuerza de tanto tragar silencio, su garganta es un túnel hacia la pena que desemboca  en el vientre. 
Laberinto que ocupó el amor  durante  nueve lunas y que después, seco,  fue  tumba.
Astillada como leño de encina tiene la espalda, ya no sirve para nada.
Va cambiando de color conforme los golpes se borran y su sonrisa ondea engañando a todos los vientos.
Cuando amanece un nuevo día, se pregunta si siempre fue así, y no se acuerda, lo malo es que no se acuerda si alguna vez fué feliz, como si una eternidad le borrara el calendario.
Desde las ventanas ve pasar la vida de los otros y los otros nunca traspasan los muros de su fortaleza.
Como una reina, ya se cuida de que sepan que la tiene como a una reina.
La reina se arrodilla para mantener reluciente su tablero de ajedrez y poco importa si la pisotean los caballos. No sabe jugar.
Dos besos de su niña, aire del que respira para sentirse viva, mientras sus lapicitos de colores le dibujan un cielo que ella  ya no reconoce,  ni el verde de los olivos, ni  el valle donde el Guadalimar  se entrega a la tierra, ni las fiestas del toro, ni  las casas de piedra…
Papá llega, -dice la niña tapándose los oídos- Comienza el juego del escondite y  por no alertar su inocencia, la oculta contando del uno al infinito para que nunca se encuentre cara a cara con la realidad.
…Ya no es tiempo de nanas. Vuelan bajo los buitres a despedazar los sueños, pero ella ya se ha diluido en el agua,  brota como  lágrima dulce en la piedra, a contracorriente.
Libre.                                                                                      

lunes, 19 de noviembre de 2012

Imaginar... un lunes con ternura




Mis hermanos eran cinco, todos blancos, perfectos...  vi como los adoptaban y cambiaban de cama, de dueño, de casa...
Yo  no.
El cestillo del pan fue mi cuna durante varios días hasta que apareció ella...

No me atreví a mirarla porque las visitas anteriores me habían hecho sentir feo o sucio por las manchas negras que me adornan,  di cuatro pasos tambaleantes y me acurruqué a sus pies...
Hoy tengo cuatro años, sigo acurrucado a sus pies y a su alma, me llamo Churrete y ella, la que me quiere, se llama Rosa,  Rosa  Desastre.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Relato de jueves: "La tragedia de la marioneta"







Nadie le preguntó de qué color quería sus ojos,   qué música poner a sus silencios,  qué susurro al vuelo de su falda, nadie midió el espacio entre los hilos y los sueños.
Se  encontró de repente la palabra mutilada,  la queja, guadaña  en el aire. 
La última puntada encierra la libertad  poniendo una  cicatriz de  oropel  donde se apaga el latido.
Otros deciden el revés de su  tristeza.
Ya sólo es lo que los demás quieren que sea.
Hábil hacedor quien la maneja sin revelar la trama para que nadie  sepa la historia  de sus harapos.
Las marionetas no sangran más que por la mirada.







miércoles, 7 de noviembre de 2012

Relato de jueves: "volvemos en seis minutos"







Apenas daban las ocho   aquella sala se llenaba de gente.  Entraban, le daban las buenas noches   y se sentaban justo enfrente de ella, asomados a una ventana.  Forasteros  que le daban conversación como si la conocieran de toda la vida.
 Miraba de reojo el jaleo que se colaba en su casa  y no se acostaba hasta que el último  le decía: “hasta mañana si Dios quiere” 
Educados si que son, le decía a su hija, pero creo yo que no deberías darles tanta confianza, bueno está que vengan algún día, pero esta cantinela todas las noches en invierno y en verano…  Además, Josefina, tú eres mocita y no sólo hay que ser decente, si no parecerlo.
Cuando vivía tu padre, aquí había más respeto.  

(Josefa  tenía 90 años cuando llegó la televisión a su casa allá por el año 1966. Murió sin  digerir  el invento)

sábado, 3 de noviembre de 2012

Descansa en paz








La cera arde. 
Contemplo la llama, sigo su vaivén  reflejado en el mármol como una pincelada de fuego.  Tiempo detenido.
Acaricio con mis dedos la losa, reescribo tu nombre  de derecha a izquierda, de izquierda a derecha buscando la puerta por dónde te fuiste.
Cruje la luz y se extingue.  Ahora todas las flores son negras.
Que solos se quedan los muertos.