lunes, 30 de diciembre de 2013






Otra Navidad que pasa.
Serrín en los caminitos, nieve en las alas de los ángeles, nombres que se ahogan al fondo de las copas, propósitos para el nuevo año escritos con tinta roja, letras apresuradas  pidiendo lo imposible, rituales de no sé qué extraña magia que jamás surtieron efecto en  mi mundo pequeño.
Aun así, encenderé de nuevo las velas, volveré a rociar sal en las rendijas de las ventanas, quemaré lo malo en cuencos de plata, tomaré las uvas con los ojos cerrados, pondré laurel en los bolsillos y encenderé bengalas de colores en mi balcón.
Beberé más de lo acostumbrado, cantaré sin costumbre y pasa lo que pasa, se confunden las lágrimas en la frontera de la alegría.
Estaré alegre, sí, me pondré mis mejores galas, me maquillaré con cuidado de no sumar surcos a mi eral, la sonrisa me saldrá sola (debe ser un defecto de fábrica), tacón de aguja, labios rojos y un cambio de peinado para despistar al enemigo.
¡Voilâ!  Quién lo diría, soy un año más vieja.
¡Feliz Año  Nuevo!


jueves, 26 de diciembre de 2013

Último jueves del año... Cuento de Navidad



Se queman los troncos de olivo, se abrazan aceptando lo inevitable,
se desvanecen sus corazones de madera escribiendo con humo los últimos  versos. 
Lleno mi copa una vez más y te recuerdo una vez menos.
Se desnuda el año entre campanas y luces de colores, se rompen las serpentinas que atan los sueños y los peces del invierno se ahogan en el brindis…
¿Y mañana qué?
Un empacho de buenos propósitos, una noche sin dormir, la resaca de lo previsible, el champán barato, el olvido caro, y en un descuido de la cordura  dejarse querer por el extraño que ocupa el otro lado de la cama.
Apago la luz o cierro los ojos, la jaula de las fieras abierta, (así llamo yo a los recuerdos) viaje iniciatico  desde la mecedora a las cenizas  mientras en la calle suenan los últimos villancicos. 
Los niños escriben  en la escarcha de los cristales, los años escriben en mi sien con una plata indeleble, historias de Navidad con sabor a matalahúga, a canela, a ajonjolí, a aguardiente  seco para matar añoranzas, a chocolate  y dulces de miel…
¿Feliz el año nuevo? 

El olor de la alhucema debe ser alucinógeno porque veo el futuro y me veo feliz. 

martes, 17 de diciembre de 2013

Feliz Navidad



Este es mi árbol.
¿Humilde? ¿Pobre? ¿Austero? ¿Triste?
No te engañes, es sólo una ilusión óptica. Mira, sigue leyendo:
Adorné el árbol con todas las cosas que la vida me dio en éste año que agoniza.
Arriba del todo, una estrella, invisible, pero  que llena de luz todos los rincones. Es mi madre que se fue en primavera.
Más abajo, dos campanillas, son los bebés que nacieron en mayo para poner música a los silencios, mi nieto Álvaro y mi sobrino Gastón que junto a los otros cuatro (Alonso, Nico, Miguel, Naim) son la felicidad misma.
Cuelgan cintas doradas con las que se ata el cariño sincero, mi familia, mis amigos de la infancia, mi maestra, mis vecinos del pueblo…
Lazos de colores de toda la gente  que conocí en estos 375 días, que se asomaron a mi vida por un instante, unas horas, unos días…
Hojas de plata  llenas de  versos escritos con tinta de todos los lugares: Chile, Uruguay, Argentina, Bélgica, Francia, Marruecos, Italia, España de norte a sur, de éste a oeste…
Bolas de charol azul  dónde ruge el mar, rojas dónde estallan los sentimientos. Guirnaldas  blancas haciendo  guiños con la intermitencia de quien no quiere cerrar las ventanas a lo imprevisto.
Lo más valioso que tengo  lo dejo al pié, es un corazón de serrín, el mío.
En él, los caminos se trazan o se borran sin hacer ruido, ven para quedarte, o pasa de puntillas, llega para darme amor, llévate lo que necesites,  señálame con tus alegrías, tíñeme con tus tristezas, borra o bifurca las veredas,  disuélveme cuando te dañe,  trázame el perfil de los sueños, alísame las dudas, transítame, en fín, a cualquier hora, que mi corazón no tiene puertas…
Ahora vuelve a mirar mi árbol.  ¿Te gusta?
Ya ves…Nada es lo que parece.
Feliz Navidad.


jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Que quiero ser de mayor? (Confesión para el jueves)



-Ejercicio de futuro-


Porque quiero ser tan mujer como ahora, dentro de treinta años, sin que me agobien mas arrugas que las del alma.   
 Coleccionar zapatos  para llegar a la altura de muchos y bajar descalza a los suburbios de otros sin que me tiemble la sonrisa.
No quiero perder la capacidad de razonar, y si, de vez en cuando, perderme en  las razones de alguien.
Quiero contar los días sin prisa desde una ventana que de al mar, 
despertar acurrucada a la vida, acompasando el corazón a ritmo de “dos”.
Quiero estrenar  caricias cada día y que me digan cada noche… aun te quiero “desastre”.
Necesito horas infinitas para leer lo que aún no he leído  y aprender muchas cosas que mermen mi ignorancia.
A ratos, quiero mancharme las manos de nada, llorar si lo necesito,  mirar a los ojos sin miedo y escribir poemas de amor sin justificar destinatarios.
Quiero ejercer de amante, ser artesana  de historias, inventar mundos,  jugar con barcos de papel, bordar lunas y soles en las sábanas de  cuna, pintar crepúsculos y amaneceres en el lienzo  de su espalda.
Quiero ser tan rica como ahora, tener lo justo para valorar lo que la vida me ofrece.  
Dar sin pedir, recibir y entregarme sin exigencias.
Quiero perderme,  aunque sea por los cuatro pasos que separen mi piel de otra piel.
Quiero… no esperar, como hoy, un milagro.







miércoles, 11 de diciembre de 2013

Adelanto juevero: ¿que quiero ser de mayor?




Soy... la pera




Ya sé que no van a entenderme.
Soy... la pera.
Todos los espejos me devuelven al verde
ignorando las punzadas  de mi piel.
Marrones heridas delatan mi límite suicida
al borde del frutero.
Cargo con la vulgaridad de mi especie.
Nadie me ha preguntado lo que quiero ser de mayor...
Una pera  no puede rebelarse.







lunes, 9 de diciembre de 2013

Callejero




Tiene una llaga en el costado que lame sin tregua,  el hocico cuajado de moscas, el rabo entre las patas y el pelaje triste… de sus ojos, mejor no decir nada.
El chucho, famélico, me tiene miedo, merodea titubeante alrededor de mi mesa esperando el pan duro de mis sobras, pero yo quiero darle una caricia  y no se deja.
Juguete que ya no divierte al niño,  abandonado a la sed y a las pedradas, de todas las plazas estorbo, de todas las miradas dueño,  aunque  nadie  cierra la puerta de su abandono.
Yo le llamo y me mira desde su abismo de perro, sin fiarse de mi mano extendida, ladra para otro lado  engañando al hambre.
Al sol recuesta sus pulgas y  deja el rastro en la acera de enfrente dónde, pedigüeña, se me ha instalado el alma.
Callejero del invierno, inquilino de mi lástima, un ébano de cuatro ramas, un chucho que se sabe huérfano de casta.
Me sigue.
Sus latidos van midiendo la distancia entre su linaje y mi ralea, entre su frío y mi manta, entre mi rechazo y sus huesos, entre su soledad y mi casa.
¡Amigo!, pss, pss, ¡amigo!  Y cojeando viene a lamer mi sombra, yo abro de par en par mi querencia más ancha y repito en todos los tonos posibles ¡amigo! ¡amigo! ¡amigo!
Nunca una palabra me sonó tan magna.


“La luna es como un gran cuenco de leche que se derrama en la noche para que  los perros sin amo no se queden con los sueños vacíos.”



martes, 3 de diciembre de 2013

Este jueves, relato: "Visita en el convento"



Los relojes se  habían parado. El tiempo no.
El patio que rodeaba el convento estaba lleno de higueras y un zumbido de abejas atravesaba la tarde. 
La vi salir con la mirada al suelo, los andares lentos como si arrastrara el mundo consigo.  Sin equipaje, sin voz, sin mañana.
No supe cómo llamarla. 
En la pequeña caja de cartón con sus pertenencias había escrita una fecha y un nombre. Doce de febrero de 1963, Carmen  Alba.
Pero escrito en los renglones del alma llevaba otro nombre que tendría que borrar con el ácido de la experiencia.
Desde los siete correteaba por el claustro mientras  su madre limpiaba las galerías hasta que un día, como si de una ofrenda se tratase, la donó a la comunidad y desapareció.
El día que cumplió quince años  le regalaron un hábito marrón, le cortaron las trenzas, la prometieron a Dios y bordó ajuares de sol a sol para un casamiento de fe.
Sor Concepción de María pasó por todas las dependencias, trabajó en el huerto, hizo dulces de Navidad, cantó en el coro, atendió a ancianos y niños,  rezó maitines,  hermana custodia, hermana tornera, hermana limosnera… oficios que agradaban al Altísimo.
Hoy tiene 57 años y fiel a su voto de obediencia, atraviesa la cancela. En nombre de Dios, la obligan a regresar al mundo.

Nos hemos casado por poderes. La madre superiora  tasó su dote en alto, yo pagué religiosamente.   
Acumulo  bienes y soledades en igual medida  pero a partir de hoy espero desequilibrar la balanza.



jueves, 28 de noviembre de 2013

Este jueves, relato: "Cementerios"





Es inútil. Tengo la garganta desgarrada, golpeé con los puños para hacer ruido hasta que me sangraron las manos. 
Nadie me oyó desde el otro lado de la tapia. Los de aquí, tampoco.
Una hilera de hormigas transita por mi espalda camino del nicho de las flores de plástico, yo soy el hilo conductor de sus pasos, sin quererlo.  
No puedo moverme.  Mi pie derecho se gangrena a cada segundo,  ya no me duele, es como si el apéndice fuera de otro.
El sol ha recorrido de este a oeste las tumbas y se ha perdido en el último panteón, ese que tiene un epitafio en verso.  El musgo pone llanto verde a las estrofas que los niños coreaban ayer.  
Hoy el silencio  corta la respiración.
Quien lo hubiera pensado cuando  me uní a un grupo de colegiales  para visitar la tumba de Antonio Machado en este cementerio de Cotlliure.   Los chiquillos  con su algarabía ponían música a la muerte.
Debió ser por eso que nadie atendió a mi grito cuando aquel   cepo escondido entre los cipreses astilló mis huesos y desgarró mi carne.  
Me desmayé de dolor y al despertar, mi sangre a borbotones se había  coagulado junto a las rosas, en tierra de nadie. 
Grité, grité, grité  aterrada, pero ya era tarde, se habían ido todos.  El cementerio  estaba cerrado.

Me estoy muriendo sola… y ni siquiera sé, cómo se llora en francés.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Relato de jueves: "Ídolos"



Se levantó al alba cuando  los pájaros aún dormían  en  las acacias.
Calculó la distancia hasta el abedul  y de ahí al nogal que crecía a la orilla del rio,  bordearía la corriente para llegar al bosque de  álamos. Una vez allí saltaría sobre las caléndulas,  cruzaría los zarzales  contemplando  la flor de la manzanilla, los jazmines  silvestres, las malvas, las jaras, el tomillo…
Tenía tiempo de ensayar hasta la hora en que el sol se recuesta en los tejados.  
Mil intentos, mil fracasos. Hoy tampoco pudo ser.
El barro, delator, se quedó en sus zapatos y en su vestido de los domingos.
Su ilusión hecha jirones se recomponía  mientras  zurcía  las alas.
Había perdido la esperanza de ser  reina por un día.  Será que le faltó el aguijón de la malicia…
Nunca, nunca podría volar como la abeja Maya, su ídolo.


martes, 19 de noviembre de 2013

Futuro imperfecto



Desde la ventana de mi corta memoria,
te veo pasar, con el disfraz de padre,
con la palabra rota, con las caricias ajenas.
Yo estreno sonrisa cada día cuando llegas,
esperando que sean el muro que detenga tu ira.
Como el gorrión, me poso en tus ramas buscando cobijo.
Sin entender el grito, vuelo de un bando a otro, perdido.
Me ahoga el sustento y mi garganta como estopa, calla.
Quiero ser grande para entender, pero los niños crecen a destiempo.
La culpa, es un monstruo que me despierta por las noches
cuando la cárcel de mi miedo no es suficiente para pararte.
Yo te quería, yo era tu amigo, yo te contaba mis cosas,
te prestaba mis lapicitos de colores, te dejaba jugar con mi pelota…
El  sol se ha nublado para maquillar los golpes,  mi madre no grita.
¡Los hombres no lloran!, me sentencias con el dedo,
Pero lloro, escondido en la sinrazón de tus palabras.
Y el reloj se para.
¿Quién le dirá mañana a mi maestra que no iré a la escuela?
¿Quién  le pondrá  agua y comida a mi perro?
¿Quién  jugará con mis amigos  en la plaza?
¿Quién escuchará los cuentos que se inventa mi abuela?
 En mi cajita  de tesoros  guardaba el  futuro. Tú lo has robado.
…Te veo pasar, con el disfraz de padre, pero desnudo de sentimientos.
Mis preguntas  son afiladas como una guadaña,  ¿por qué, por qué, por qué, por qué?
Si  tan valiente  eres, respóndeme  sin desangrarte.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Este jueves con el seudónimo de otro, con palabras de otro




Su madre. Ese ridículo se lo debía a su madre que tuvo la peregrina idea de llamarle Monet en vez de Braulio, como su abuelo.
Su madre y esos delirios de grandeza, queriendo  hacer del niño una lumbrera, y sólo consiguió hacerle  un desgraciado.
No, no nació en París, si no en Villabajo del Ciruelo y creció rodeado de cerdos y  gallinas de Guinea, exóticas como su madre.
Difícilmente, con semejante patrimonio llegaría a ser un tipo ínclito.
Llamarse Monet, le predestinaba a ser grande. No pudo, por cuestiones de edad, codearse con  Cézanne, Renoir, Degas entre  otros, inquilinos empolvados de la biblioteca de su madre.
A  él le importaban un cuerno garabatos tan ilustres. 
Sus amigos eran sencillos pintamonas,  gañanes vulgares  y del atlético de Bollullos, para más desgracia.
La carpa del circo, vientre gigante donde se aloja la farándula, sería por esa noche el lienzo en blanco donde su madre estamparía la vergüenza.
Monet  (el de Villabajo) se maquilla frente al espejo. Adora la pintura que le disfraza la realidad convirtiéndolo en un payaso.
A veces cuesta desdibujar  las lágrimas.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Atrápame esos versos, en verso...



Complicada propuesta la que nos deja Valaf... Que Juan Ramón Jiménez nos perdone la osadía de seguir sus versos.


AMANECER

Una fantasía blanca

y carmesí. El pinar blando
prende el verdor goteante
de un oro granate y mágico.

La aurora viene de frente
las alondras sonrojando;
del ancho de todo el monte,
entra el mar un viento claro.
    
(Juan Ramón Jiménez)

Bajo el tejado, los  sueños,
humo pintado en el aire,
golondrinas sin  invierno,
alas  de negro encaje .

Tu torso desnudo al alba,
puerta de añoranzas, abre.
Esquirlas de los días felices
huella en camino de nadie.

        
(rosa desastre)

sábado, 2 de noviembre de 2013

La Santa Compaña (HALLOBLOGWEEN- 2)






No hacía aire esa noche, era extraño entonces el crujir de las ventanas, el silbido insistente que horadaba mis tímpanos. Abrí las persianas y contemple como la noche se deshacía en mi puerta.
Una hilera de luces  rodeó la casa, candiles de aceite portados por huesudas manos cuyas uñas se retorcían como garras entorno a la llama, daban engañosa claridad  a la muerte.
Las raíces de la higuera crecieron con desmesura  agrietando la tierra, salieron a respirar  y la luna, afilada como una guadaña,  las segó de un tajo. 
La savia   se derramó espesa y púrpura señalando un camino sin vuelta.
Un fuerte olor a azufre  se adhería a mi piel volviéndola azulada.  
Las campanas tañían para mí.
No grité, no pude moverme, cerré los ojos deseando que fuera sólo un sueño, pero ya no desperté.
Esta cadena no debe romperse. Al amanecer  tomaré mi candil de aceite y caminaré con ellos hasta tu casa…
Reza.

miércoles, 30 de octubre de 2013

HALLOBLOGWEEN (Convocados por Teresa Cameselle)

       Campanario de la Iglesia de Santiago el Mayor, Villanueva del Rio. 
       A sus pies está el cementerio.



La tierra removida,
alineados los cipreses,
el aire amargo.
Tarda la campana…
Tarde de noviembre, cortejo de cuervos.
Temprana la prisa alisa la escarcha,
temprana piedra viva que te encierra.
La tierra sepulta y traspasa al otro lado del grito,
De este lado, a dentelladas, muere la calma.
Dónde germinaban las caricias,
ahora  que se pudre y despedaza la esperanza.
Siniestra mano que la guadaña empuña
deshilachando las dos mitades de tu mortaja.
Tan desnuda me dejas…
-Tañe la campana-





jueves, 24 de octubre de 2013

Este es un Jueves de dibujos animados








Llegué a creerme que yo era la pantera rosa… flaca, destartalada, presumida, tierna, silenciosa, coleccionista de desastres y con esa  sonrisa burlona siempre rondándole los morros.
Caminaba de puntillas mientras sonaba la musiquita ¿la recordáis?
Claro que eso fue hace mucho.
Ahora conservo todas las características menos una. Ya no soy flaca.
Y lo peor es que me lo sigo creyendo.






.

jueves, 17 de octubre de 2013

Relato de jueves: Los celos




No sonaba el mar,  sólo se oía un lastimero  crujir de madera. 
Allí, en el cementerio de barcos,  el chirriar de sus cavilaciones  pasaba desapercibido.
Se acercó a la orilla sin ninguna prisa. Todo estaba hecho.
Las algas  tallaron con verdín  las mareas, mientras  
en el   turbio  espejo de agua  se reflejaba  la luna como  único testigo.
Hizo naves con sus cartas y las vio diluirse en la sal. El, se hundió después.
Que poco original, morir de amor.
Mejor así. Tenía celos del aire.





miércoles, 9 de octubre de 2013

Acróstico para los jueves de otoño






J-uglares recorriendo octubre
U-ntan de melaza los caminos,
E-scancian la alegría,
V-olando por los versos.
E-scuchando,
S-educiendo…
D-eambulan por las calles
E-brios de pensamiento
O-cultándose  en el aire,
T-ransitando a ras del suelo
O-lvidandose en las sombras,
Ñ-ipe que tiñe las nubes
O-scureciendo del otoño al invierno.



(ÑIPE) Arbusto de la familia de las mirtáceas cuyas ramas se emplean para teñir.


lunes, 7 de octubre de 2013

Buenos días... con un poema infantil





Ha entrado sin llamar,
el día.
 El sol, esa galleta amarilla,
que huele a canela,
me despierta la sonrisa.
¡Buenos días!
Dice el beso de mi madre,
y la  luz, 
me llena toda la cara.



miércoles, 2 de octubre de 2013

Todos los caminos llegan al jueves literario



Mi madre siempre me decía que recelara de los árboles demasiado altos. ¿Pero cuánto es demasiado?  Voy midiendo la sombra de las ramas  según me alejo. 
El revés de las hojas son de un verde oscuro y aceleran la noche, otras, a capricho del viento, sólo parecen alas que se despegan del tronco para escaparse.
Camino por las agujas de los pinos  como una equilibrista, sin mirar atrás.
Avanzo  sin ser consciente de mi prisa y a ratos me aquieto respirando poco para no gastar mis fuerzas.
Al amanecer,  procesionando mi última etapa, me dejo morir  sin renegar de mi ciclo natural.
Mi alma de oruga recela  de los árboles altos…

Cuando despierte mariposa, des-vuelaré el camino.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Escribiendo desde las vísceras, este relato para el jueves




El reloj desorientado marca las siete y el cuco se queda dudando de la brevedad del tiempo, mientras la eternidad parece bailar para  mi sola.
Desde la ventana puedo ver la tormenta y sentir los truenos directamente en la boca del estómago.
El cuarto está en penumbra, huele a orín y a carbón apagado.
Una gotera cae arrítmicamente sobre la escupidera de latón.
Otra arritmia más alarmante me recorre los sueños.
En el camastro del fondo malvive  otra mujer, está de costado mirando a la pared, quieta, muy quieta. Asoman sus greñas amarillentas entre el embozo y la almohada.
Se gira, emergen sus carnes blancas de entre el amasijo de harapos y alarga la mano como una zarpa, buscándome en el encuadre triangular que proyecta la luz del candil. 
El aire es irrespirable.
La muerte se me sube a la garganta  dispersando los latidos  como un gong golpeado por  la lluvia.
¿Dónde está el Dios de los desahuciados? ¿dónde?
Mi compañera de cuarto ha tallado con las uñas en la pared un calendario perpetuo.
Señala que hoy es el primer día del resto de mi vida.
Me sangra el amor…  no tengo cura.    
 



miércoles, 11 de septiembre de 2013

Anuncio Por -Pa-la-bras- Ofertas para el jueves


Arrugue el periódico como si me estuviera exprimiendo la vida con la sumisión impropia de una mujer  sin lugar.
La tía Teresa atendía a la clientela de su bazar y envolvió unos vasos de cristal en las hojas que minutos antes  decidían mi destino.
-Mira sobrina, decía el tío Marcial poniéndome la noticia de tinta ante  mis ojos incrédulos.
Leí:  "Caballero de 50 años, divorciado, educado, atractivo, con buena posición económica y social, desea contactar con señora o señorita  entre 30-48 años, sin cargas familiares, con amplio nivel cultural, buena presencia y educada que le guste la aventura para realizar un viaje en yate alrededor del mundo."
Hasta ayer, mi hogar fue un  internado francés  para huérfanos ricos.
Tengo veinte años, aunque parezco mayor, según me vista de Chanel o de Dior,  una educación exquisita, hablo tres idiomas y dicen que soy bella como lo era mi madre…
Mis tíos han concertado una cita con el caballero del anuncio.
Nos convenimos, dicen.
Negocio cerrado.
Llueve.
El sombrero  me oculta la mirada turbia por el llanto…
Vomito, asomada a la popa del yate de lujo, todas las caricias  regaladas.  
Recorre mi mundo y yo el suyo, sin encontrarnos...
Este viaje no termina nunca.

A mis 57 años, cansada de fingir  amor en cada puerto. A sus 87 cualquier brújula vale para señalar el vacío.  

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Relato para el jueves: "El olvido"




-No es sitio éste para olvidar algo así-  me dije mientras observaba  incrédula el asiento.  Miré a un lado y a otro pensando que sería la obra de un bromista y  yo, la víctima de una de esas cámaras ocultas.
Hacia la mitad del trayecto y alterada  por tan inusual acompañante de viaje, me acerqué al conductor para comentarle lo que quizás fuese un olvido de otro pasajero. ¡Me miró de un modo... el niñato!
Me senté en otro asiento y miraba de reojo por si seguía allí.  
¿Es que acaso nadie lo ve?  Me asustaba tanta normalidad.
En los asientos traseros se había sentado un grupo de gente joven, ¿no es extraño que les hubiese pasado desapercibido tal cosa?
Empecé a preocuparme, a menguarme en el asiento, a esconderme tras mis gafas oscuras y a contar de dos en dos las calles  que aún me separaban hasta llegar a mi casa.
Cambió el color del semáforo y  el conductor frenó bruscamente. Los pasajeros aturdidos por el vaivén nos acomodábamos de nuevo. Seguía allí. Sin inmutarse. Es decir, se había resbalado hasta el  filo dejando aún más desierta la posibilidad de que alguien  lo cogiese.
Decidido. Me lo llevo a casa y mañana acudiré a la oficina de objetos perdidos.
Lo depositarán en una  estantería etiquetado, o quizás lo encierren en una caja metálica, o con suerte, lo pondrán en la vitrina  y enseguida, veras como enseguida viene el dueño… ¿pero y si no tiene dueño?
Otra vez la angustia. Intermitente.
El conductor mastica chicle y menea la cabeza al ritmo de una música machacona.
¡Me miró como si estuviera loca, el niñato!
Y todo porque quise ser una usuaria solidaria con los olvidos ajenos.
Ya, ya sé que no es sitio éste para olvidar…  un  inquietante ojo de cristal azulado.









lunes, 2 de septiembre de 2013

Gaviotas de ciudad




Miro los tejados  donde el aire borra a su antojo los atardeceres malvas.  
Anidan  las gaviotas en este mar de chimeneas,  se clavan en el silencio  sus graznidos  emulando al llanto humano,  espantando  al sueño.
Grises, tiznan el trozo de cielo que veo desde la ventana y crueles devoran a picotazos a una paloma torpe.
Gritan cada vez más enajenadas de norte a sur, de éste a oeste blandiendo sus alas en la batalla con la noche, lejos, cada vez más lejos de la sal.
Han olvidado el rumor del agua acunando la arena y construyen sus nidos aquí donde las olas son de mudo cemento.

Agosto cierra la puerta y me escapo  por las rendijas de los días, a cielo abierto, para no mutar en absurda gaviota de ciudad.