miércoles, 9 de junio de 2010

Este jueves un relato... ¿Hacemos deporte?



Tenía doce años recién estrenados y una bicicleta tan flamante como mis años.
-Tanto ejercicio te va a dejar en el chasis-, me decía mi abuela, que era la más reacia a la libertad que suponía el descubrimiento de aquel deporte.
Faltaba convencerle de que mis cuarenta kilos aguantarían sobre las ruedas sin mermar.
Mis amigos miraban las llantas brillantes de mi regalo de cumpleaños mientras yo subía y bajaba las cuestas con las trenzas en volandas, el corazón acelerado y todo el sol arrebolando mis cachetes.
Yo añadí algunas mejoras al cacharro de dos ruedas, por ejemplo: desenroscando uno de los manillares, lo convertí en almacén secreto donde guardar un diminuto lapicillo y un papel enrollado como si fuera un cigarro, suficiente espacio para anotar algún acontecimiento inesperado en mis paseos.
Todos los días cambiaba la hojita porque tenía la suerte de que siempre ocurría algo digno de ser escrito. (Yo entonces no sabía que la pasión de mi vida no sería la bicicleta, si no plasmar en papel cuanto de especial pasaba por mis ojos)
Conservo aún en mi trastero aquella reliquia con el verde desgastado por los años.
Inevitablemente, quedaron atrás mis cuarenta kilos y algunos amigos. He gastado muchos lápices y he llenando muchos papeles con historias.
Ya no tengo trenzas ni abuela que me de consejo, ni formo parte de la élite deportiva…pero cuando quieras, te reto a una carrerita.

12 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

pero qué lindo relato! qué hermosos recuerdos! además, combinar deporte y pasión literaria es un verdadero privilegio!

un abrazo.

César dijo...

Me ha encantado eso de lugar secreto donde guardas lápiz y papel. Y sorprende que cada día encontrases historias que escribir.
El reto no lo acepto, me lo impide mi médico y mi artrosis

Anónimo dijo...

No está nada mal por una vez, esta idea de competiciòn en ese sesntido de quien ha avanzado en su existesncia.

Con mis rostro el aire. Y ademàs esa sensación de velocidad y ligereza en las bajadas.

En cuanto a haber escrito, tampoco yo me apeo de esta bicicleta.


Tésalo

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Natàlia Tàrraco dijo...

El manillar de los secretos, menuda idea. Sigues con imaginación, aunque ya pedalees como yo, a medio gas. A la bici le doy, pero ella me regaló una lesión de coxis, la puñetera, ahora la miro de refilón.

Rosa, ya escribías entonces, sigues y sigues tan campante, bonito cofre de letras, de aquella niña, esta mujer que escribe, felicidades.
Bsitoooos a lomos de bici, pero con tiento.

Ardilla Roja dijo...

Mi bici era compartida, pero al llegar el verano me adueñaba de la de mi abuela. De hecho aprendí a no caerme subida en esa. Di mas vueltas a la era que las mulas en todos los años de siega. Qué tiempos!...

Un placer, como siempre.

casss dijo...

HECHO!!! jugamos la carrerita cuando quieras: sigue siendo divertido andar en bici...aunque ya nadie nos rezongue por nuestros escasos 40 kilos...
Precioso Rosa. Te dejo un beso guardado en el manillar.

Susurros de Tinta dijo...

Mi bici era una BH azul, la desmontaron mi hermano pequeño y mis primos para arreglar las suyas, aún así el secreto del manillar nunca lo descubrí, yo de pequeñaja lo que si llevaba encima siempre era mi bloc de dibujo y mis colores, pero terminé por abandonar la pintura, quien sabe, lo mismo algún dia, me ha encantado tu historia, miles de besosssssssss.

Anónimo dijo...

Creo que nunca tuve bici propia. De no ser así, me acordaría lo mismo que me acuerdo de los batacazos que me dí con la de un amigo generoso que asistía al deterioro de la suya mientras se empeñaba en que aprendiera. Al final aprendí, pero no me daba tiempo a pensar además en escribir historias.
Me ha gustado esa forma de mezclar deporte y creatividad literaria.
Un abrazo.

María José Moreno dijo...

Maravillosos lugar secreto de recuredos infantiles. Adoro cuando destapamos ese trocito de nuestra mente dando lugar a estos excelente relatos que compartimos.
Rosa, feliciddaes.
Besitos

Anónimo dijo...

señ0ra de las r0sas....y ademas de l0s desastres..., ¿usted sabe a quien esta retand0?
este seeñ0r, sí, este que escribe, en sus 27 subi0 l0s lag0s de c0vad0nga...cada 2 kil0metr0s se paraba y fumabase un guist0n...recuerd0 que c0nmig0 l0 subia un señ0r mas bien 0bes0...al cual adelantaba c0n facilidad...e cual me pillaba y me pasaba en mis interrupci0nes de fume...per0 sabes, r0sa, l0 pe0r, l0 per de t0d0 es que n0 llegue al segund0 lag0...estaba mata0000...tant0 es asi que, te l0 jur0, me cmi una barra entera de b0cata...y l0 mas mas mas pe0rrrrr, fue que el g0rd0 sí que lleg0 al segund0 lag0....
aun l0 0di0...jajajja
medi0 bes0

ralero dijo...

Los caminos de escritor son inescrutables.

Besos.