El traje casi no me abrocha, respiro con dificultad
dentro de esa mezcla de tul y alcanfor.
El mismo perfume , las canas disimuladas tras un rojo
impertinente, los zapatos de tacón viciados de tantos pasos a ninguna parte,
las joyas heredadas, la lección aprendida, la sonrisa intacta, las uñas
gastadas, (de arañar la felicidad, seguramente) el azahar caduco, los invitados
viejos, la soledad nueva…
Las diez. Está a punto de llegar.
Enciendo las velas, enfrío el vino, esparzo pétalos de
rosa en las sábanas de satén, invito a
Schubert y su serenata con violines, repaso la línea temblorosa de mis labios,
descorro los visillos para que se instale la noche en los espejos…
El corazón ya no se desboca, veinticinco años sacudidos
de telarañas desafiando a la rutina.
Las once, las doce, la una, las dos…
Llega borracho.
Se le olvidó que hoy era nuestro aniversario de boda.
12 comentarios:
tragicómico tu relato ¡feliz aniversario! brinden por el pero no se pasen con la bebida ¡ja! saludos Rosa!!!
No sé soy libre de esa clase de olvidos. Por ejemplo, en mi blog hay un personaje que se llama Mara Laira. Muy popular entre los jueveros.
Cuando blogger me cerró el blog anterior, por actividad inusual, se perdieron algunas fechas, como la de su primera aparición sin nombre. Y lo de su primera aparición sin nombre.
Lo curioso es que algunos casi la consideran real, sugiriendome incluso que le hable con sutileza.
¿Que tiene que ver este extenso comentario? Tal vez nada, tal vez sea un ejemplo de mis insolitas asociaciones de idea.
La tragicomedia cotidiana de muchas mujeres a medias con maridos incompletos.
Una mueca de tristeza asoma a tu relato soberbio.
Una historia muy bien contada, supongo que hay muchos casos como este, ella llena de ilusión y él...
pasando de todo.
Un relato que pasa más a ,menudo de la que sería de desear, eso no quita para que me haya gustado mucho su planteamiento.
En plan rompedor: en esa celebración a la chica le toca doble ración de vino, de tarta...., de todo. Bss.
Joooo! Marrón en la cabeza!
Por qué, por lo general, somos las mujeres las que preservamos y respetamos esas fechas, al punto de hacer casi un ritual para conmemorarlo? Y? y el otro se olvida o se acuerda tres días después...
En fin, me ha quedado ese dejo de desconcierto de la mujer de tan bien que transmitiste la historia.
Besos!
Gaby*
Ese punto en el cuál uno no sabe si festejar o arrepentirse. Magnífico relato que deja un sabor amargo.
Un besote.
ajjjjjjjjj...yo lo mato!...jejejee
Un abrazo
Jopeta, menuda decepción; de todas formas no sé de qué se asombra si ya lo conoce de sobra...
Un beso y un cafelito, compi!
Trato de ponerme en su posición...no he sufrido ni deseo sufrir esa desilusión..pero...si fuera yo, si después del esfuerzo, de los momentos frente al espejo..de poner la mesa y todo eso que ella hizo, me hicieran eso...se, con toda seguridad, que no quedaría ni un plato, ni copa ni vaso entero..ni comida que no terminaría estampada en la pared..el vino si me lo llevo y me lo bebo frente al tv...eso creo que haría..bss
Me gustará alguna vez darte la réplica con la situación opuesta, me costará pero seguro que alguna también llega a destiempo y borracha.
Mejor no me lo tomo en serio, o sí... ¿Cuántos aniversarios hace que tenía que haber cambiado la cerradura?
Por lo demás, que es casi todo, divertido, locuaz y con colores.
Besos
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