domingo, 4 de enero de 2009


Esta noche he llorado mirando a los niños. Entré con los ojos cerrados en el asombro de sus ojos abiertos, de su temblor de frío enero, del eco en las esquinas de la mágica inocencia.
Esta noche me he perdido entre la multitud de latidos que asonaba las calles, volé con el humo del algodón de azúcar y subí distorsionando la luz, como globo de colores que escapa de la mano que le aprisiona, por descubrir tejados de escarcha.
Jugué al escondite con la luna en las azoteas, tizné mis dedos en las chimeneas para dibujar deseos en su pálida lejanía.
Esta noche mi manzana de caramelo no me engaña, aprendí que mordiendo su corazón, la dulzura estalla dejando en mi boca preguntas de niña grande.
Cuántas veces he intentado des-contar estrellas del hueco de cielo que nos cobija, rebosar los días en los que la felicidad se deja, como hoy, el grifo abierto.
Si, ésta noche he llorado mirando a los niños, la magia estrujó mi corazón como un limón nuevo, agria madurez que no me desnuda de ilusiones en la Noche de Reyes, aunque pasen de largo, aunque en mis zapatos solo dejen el carbón que les sobra.

2 comentarios:

mardelibertad dijo...

Noche de magias para un@s,dias tristes para otr@s y el sabor amargo de la ingratitud de la vida.
Besos, desde mi mar de libertad
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ralero dijo...

Sí, siempre que sea posible no debemos dejar pasar la oportunidad de recuperar la inocencia de cuando eramos niños. Y pensar que ese carbón, tan denostado, una vez encendido puede ser brasa calentando el corazón.

Un beso.