lunes, 9 de diciembre de 2013

Callejero




Tiene una llaga en el costado que lame sin tregua,  el hocico cuajado de moscas, el rabo entre las patas y el pelaje triste… de sus ojos, mejor no decir nada.
El chucho, famélico, me tiene miedo, merodea titubeante alrededor de mi mesa esperando el pan duro de mis sobras, pero yo quiero darle una caricia  y no se deja.
Juguete que ya no divierte al niño,  abandonado a la sed y a las pedradas, de todas las plazas estorbo, de todas las miradas dueño,  aunque  nadie  cierra la puerta de su abandono.
Yo le llamo y me mira desde su abismo de perro, sin fiarse de mi mano extendida, ladra para otro lado  engañando al hambre.
Al sol recuesta sus pulgas y  deja el rastro en la acera de enfrente dónde, pedigüeña, se me ha instalado el alma.
Callejero del invierno, inquilino de mi lástima, un ébano de cuatro ramas, un chucho que se sabe huérfano de casta.
Me sigue.
Sus latidos van midiendo la distancia entre su linaje y mi ralea, entre su frío y mi manta, entre mi rechazo y sus huesos, entre su soledad y mi casa.
¡Amigo!, pss, pss, ¡amigo!  Y cojeando viene a lamer mi sombra, yo abro de par en par mi querencia más ancha y repito en todos los tonos posibles ¡amigo! ¡amigo! ¡amigo!
Nunca una palabra me sonó tan magna.


“La luna es como un gran cuenco de leche que se derrama en la noche para que  los perros sin amo no se queden con los sueños vacíos.”



4 comentarios:

JACC dijo...

Poco reconocimiento tenemos hacia quien es considerado el "mejor amigo del hombre". Me encantó tu relato y la sensibilidad que irradia. Saludos.

Juan Carlos Celorio dijo...

Qué maestría Rosa, dejando ideas con tanta expresividad, como siempre aunque como nunca, ya que siempre son nuevas.
Leo y siento ese alma, sencilla y pura del callejero.
Besos.

Tracy dijo...

Has planteado un tema que desgraciadamente está ahí.
¡Qué falta de sensibilidad tienen los que abandonan a los animales!, no culpo a los niños sino a los padres que no les enseñan que un animal no es un juguete.

San dijo...

Pobres callejeros olvidados, temen hasta las manos extendidas. Ternura a borbotones Rosa.
Un abrazo.