jueves, 10 de septiembre de 2015

Este jueves: "Historias secundarias"





El Nuevo Mundo

A Juan le gustaban los atardeceres en el Guadalquivir cuando los patos se escondían entre los juncos y él jugaba a modelar con  el légamo como si fuera un alfarero.
El olor del barro estaba impregnado en los rincones de su casa, blanco patio de Triana donde se exponían las más bellas piezas artesanas para el comercio floreciente que daba de comer a su familia.
Sus carreras descalzo por entre la loza dieron aquella tarde, sin querer, un giro a su destino.  
Cayó al suelo el jarrón más valioso de cuantas joyas exponía su padre y huyendo de los latigazos corrió y corrió por  las callejuelas hasta desembocar al muelle.
Las aguas negras del río, el olor a pez de las las barcazas y el miedo, lo prepararon para el viaje. 
De polizón en la bodega hasta el puerto de Palos en Huelva y de allí casi a rastras levantando apenas cuatro palmos del suelo pasó a ser vigía en la Carabela La Pinta.
De encontrar tierra en aquella aventura, él sería el primero en olerla porque tenía cosido en el alma el aroma  de las alfarerías trianeras.
En las largas horas de travesía  tallaba su nombre en las maderas del barco para no olvidarse de su origen: “Yo, Juan Rodriguez  Bermejo, bautizado aquí como Rodrigo de Triana, marinero por accidente, contador de estrellas, niño de barro…”
Así, la madrugada del 12 de octubre de 1492,  Rodrigo se hizo grande de repente y con voz de sal gritó: 
Tierraaaaaaa, Tierraaaaaaa, Tierraaaaaaa, Tierraaaaaaaaaaaaa


12 comentarios:

Leonor dijo...

Magnífico. Rosa una inspiración muy acertada. Ese trianero que pasó de ser un niño travieso a un personaje de la historia grande.

Un beso.

Tracy dijo...

¡Qué bonito lo imaginaste!

Ester dijo...

Ahora ya no se cual de las dos versiones me gusta mas. Un abrazo alegre

Montserrat Sala dijo...

Eres una escritora con muchos recursos y mucha imaginaicón. Lo Has contado tan bién, que es imposible no creert. UN abrazo querida Rosa.

Diva de noche dijo...

Que maravilloso viaje imaginario...hasta me salpicaba el salitre vigilando que nada le pasara al pequeño Juan...bss

Anónimo dijo...

Que buena eres contando relatos preciosa... nos metes de lleno y esta versión me ha encantado... Se siente el miedo al huir, la intriga al ir navegando y el entusiasmo al gritar tierra... esa alegría que sale del pecho en forma de grito... genial!!!
Mil besines...

ibso dijo...

¡Ves! Así me hubiera gustado que me contaran la Historia en el cole. Que bonito, entretenido e inolvidable hubiera sido.
Un abrazo y gracias por participar.

PEPE LASALA dijo...

Precioso Rosa. Memorias de un descubrimiento que nos traes de una forma exquisita, o como se dice en Triana "con mucho arte". Me encanta. Espero que hayas tenido un buen verano. Tras mis vacaciones ya estoy de vuelta de nuevo en el mundillo bloguero. Un abrazo. @Pepe_Lasala

AdolfO ReltiH dijo...

GENIALLLLLLLLLLLLLLLLLLLL.
ABRAZOS

Unknown dijo...

Una historia muy interesante y original...

Me ha gustado mucho. No sabía de ella.

Muchos besos.

Juan Carlos Celorio dijo...

Muy bueno, me has acercado a ese Juan, que pasó a la historia como Rodrigo, que de ahora en adelante estará más humanizado en mi memoria.
Muchos besos.

Pepe Cahiers dijo...

Curiosa historia que demuestra que el destino está plagado de pequeños accidentes, o si se quiere de peculiares giros de guión.

Saludos