Por nada me perdería yo la visita a la casa de Abelardo.
Pagar una peseta era ya un crimen y
encima nos hizo jurar que no desvelaríamos a nadie el secreto. Nos guió como a borregos por el zaguán, a
cuatro patas para no ser descubiertos
por su abuela- Al fin y al cabo, el
“secreto” era de su propiedad aunque quien le sacaba rendimiento era aquel el niño que
parecía tonto.
El pasillo interminable, el miedo nos
dejaba desprotegidos.
A mí, que me gusta fijarme en todo, se
me estaba haciendo ameno el trayecto, dos sillas de madera habitadas por
polillas donde descansaban un bastón y un sombrero sin dueño. El tatarabuelo, posiblemente vivo tras la
sepia de esos cuadros de la galería, nos miraba sin inmutarse.
Nuestro recorrido silente no pasaba
desapercibido para los gatos que por estar a su altura, refregaban su lomo por nuestras pellizas
llenándolas de pelos.
Y seguimos en fila de a uno hasta que llegamos por fin
al umbral de la puerta del cuarto oscuro.
Contuvimos la respiración, expectantes
mientras con aspavientos, Abelardo nos hacía señas desde el otro extremo de la
habitación. Ya casi me estaba
arrepintiendo de esa peseta regalada, total, ¿qué tan importante reliquia se
podía esconder entre tanta telaraña?
El Pascual y la Juana miraban sin
pestañear a esa cosa. Yo también miraba y miraba y miraba...
Un bote de cristal amarillento en cuyo
interior flotaba un bicho o algo así, acurrucado, como tapándose los ojos. A
ratos me parecía un muñequillo chico.
Mis compañeros le insistían para que abriese el bote y le dejase escapar. ¡Está muerto, idiotas!
Fue la luz de la linterna que
enfocaba al tarro la que me hizo dar un
salto hacia atrás preso del pánico cuando tropecé con unos pies helados que asomaban
bajo unas sábanas. Sin pensar siquiera
que mi grito podía delatarnos, dije amen, amen, amen, amen... Tal como
me había enseñado mi madre cuando pasaba un entierro por la puerta.
La abuela de Abelardo coleccionaba
cadáveres.
16 comentarios:
Vaya con la abuela, coleccionista de fetos. Estos ya son miedos y palabras mayores, Pero no deja de ser un buen texto.
Un fuerte abrazo, amiga Rosa.
Bueno los muertos no son peligrosos, la abuela si.
Ya que has empezado podrías seguir el relato y escribir una novela, el principio es bueno. Abrazos
Al principio tu relato me hizo evocar una divertida aventurilla de mi infancia, luego se me ha cortado la digestión con ese espeluznante final. ¡Jopeta con la abuela!
(Creo que mi tocaya de arriba tiene razón, es un buen comienzo para una novela ;-)
Un abrazo, Rosa.
Corroboro lo dicho por Ester, el miedo lo debe dar la abuela. Los muertos ya no pueden ni asustar. ! Pero ay , los vivos!
Un beso.
Qué bien contada la aventura y cómo nos has llevado a rastras por ese pasillo. Me han encantado las sillas carcomidas, los gatos y los retratos en sepia. La abuela es un personaje de cuidado, o una médica forense...que los niños son muy fantásticos y a todo le encuentran el lado siniestro.
Me encanta como escribes.
Un beso
Muy buen relato...y muy bueno el punto de vista...
Un único "pero"...me sobra la última frase...queda tan claro con todo lo anterior y tan bien contado....
Besos
Buen relato, con ese final que te pone los pelos de punta.
Un abrazo
ajjj de tal abuela tal nieto!...lejos de espantarse por el hobby de su abuela, el chico le sacaba provecho al asunto!
=D
Muy buen relato. Un abrazo
El relato está genial y has cumplido la consigna a la perfección . Estoy de acuerdo con Leonor en que la visión de unos niños fantasiosos y con mucho miedo encontraron terrorífico lo que sin duda eran muestras en un anatómico forense...En ocasiones es la imaginación lo que más miedo nos produce, aunque por supuesto, la visión de un feto en un bote no es nada agradable y por otro lado tú has sabido darle el punto de misterio apropiado para producir la sensación de miedo.
Muchas gracias por participar.
Un beso
Me tuviste en vilo todo el relato, no sabía con que se iban a encontrar y mira lo que era! Ahora yo no puedo creer la perversidad de esa abuela, si es que así eran las cosas. O habrán sido las conclusiones de esos niños asustados. De cualquier manera, me ha dado miedo.
Un beso.
El niño estaba haciendo sus primeros pinitos para poner su próxima casa del terror en las ferias locales. Madre mía!! Has descrito muy bien el ambiente que se respiraba en esa casa. Y si la abuela era la primera mujer sepulturera?? Oye podría ser, lo que pasa que la imaginación de los niños se desborda.
Un beso
Sea como sea...forense..sepulturera o asesina serial..la histria es magnifica..con una descripción tan precisa que nos hace caminar hasta el lugar donde se encuentran los cadáveres con el miedo a cuestas..Felicitaciones!!
Lo inquietante si se lo piensa bien no están en los muertos, sino en la abuela que los colecciona y su nieto, que saca provecho de esa extraña colección. Cómo para despertar temores, si es como para Cuentos de la cripta.Saludos.
Un paseo nada alentador hacia un terrorífico descubrimiento. ¿Quien dá más miedo, la coleccionista de cadáveres o la de aquel que los exhibe como si fueran muñecos de feria?. ¡vaya familia, Rosa!.
Me ha encantado la descripción de ese pasillo y sus detalles.
Un abrazo.
otro pasillo!!!!
Desde luego so los protagonistas de los miedos infantiles, aunque este miedo que nos expones, se las trae.
Menos mal que hay sol. Con lo gallima que soy, me veo soñando con botes de conserva humana...
Beso, compi.
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