lunes, 23 de junio de 2014

Contando las semanas en 52 palabras - Palabra 26 de 52: "BARCO"




Yo aposté contigo a la marea más alta, al amor.
Navegando desde el rio de la niñez, crecimos al mar y creció el horizonte… 
Se nos quedó pequeño el barco.
Izamos los sueños  para encontrarnos allí dónde no llegan los naufragios.
La vida nos llevó de polizón entre sus dientes, a riesgo de ser tragados por la rutina, pero aprendimos, como los albatros, a surcar cielos de tinta. 
Hoy, arribando al último puerto, hacemos astillas  de los fracasos para encender un nuevo fuego y guardamos en la bitácora las palabras más hermosas con que alimentarnos cuando el silencio azote nuestra travesía.
    


13 comentarios:

Sindel Avefénix dijo...

Precioso! Y ese final donde arden las astillas de los fracasos, es maravilloso! Siempre es un placer leerte Rosa, gracias por sumarte.
Un beso enorme.

Verónica dijo...

Es bueno jugarse el todo por el amor, aunque no tenga el final que siempre se espera.
Abrazos

yessykan dijo...

Dice un dicho, el que no arriesga no gana. Pero en las cosas del amor, no siempre se gana. =)
Lindísimo poema!
Saludos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Hermoso texto aunque hable de un final donde sólo queden astillas.
=)

Patricia dijo...

Un barco donde el propósito de llegar a buen puerto resurge desde las astillas del fracaso.
Profundo y reflexivo. Un gusto navegar por tus letras.
Con tu permiso me quedo por aquí.
Cariños….

Tracy dijo...

Difícil travesía la del amor y muy bien descritas las fases por las que pasa, pero puede llegar a buen puerto poniendo todo el empeño.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

El amor, el mar y el barco, todo junto forman un precioso coktel.
Un abrazo

Ilesin dijo...

Todo es parte de esa travesia donde cada obstaculo es un escollo en un mar de sentimientos, donde el amor es el patron de la barca de la vida.
Besos.

casss dijo...

Una buena manera de vivir la edad de oro, para que sea realmente dorada...
besos

fany sinrimas dijo...

Qué bonito navegar juntos desde jóvenes y aún estar meciéndose en las olas de un mar de felicidad.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Acabo de decirle a Carmen que no es tanto el destino sino la travesía. Es en la navegación donde se va afianzando la empatía de los navegantes. Superadas no pocas tormentas y calma chicha, el barco sigue navegando cada vez más firme, cada vez más seguro y veloz.
Un fuerte abrazo.

Cristina Piñar dijo...

Precioso, cómo siempre, un bello recorrido por toda una vida en común. Un beso.

Esilleviana dijo...

El viaje en ese transatlántico, continúa con todo el horizonte por proa. Es precioso.

un abrazo