Guardaba en una cajita de
latón algunos tornillos y un puñado de
puntillas oxidadas de las que mi padre iba desechando en su carpintería. A
regañadientes me prestaba las herramientas, un martillo, un destornillador y
poco más. “Anda niña, tú ve a jugar con las muñecas, déjate de inventos”…Así
terminaba la conversación sin dejar que le explicara mis planes.
Pero es que yo quería
hacerme un carrillo de madera para poder competir con los chicos del barrio y
tirarme cuesta abajo por el terraplén del Palmarillo.
Para eso necesitaba unas
tablas, unas ruedas y más maña que fuerza (porque que yo era endeble como un
junco)
Las niñas no juegan a esas
cosas, me decían mis amigas, repeinadas y limpitas. Yo, en cambio, tenía
enredadas las trenzas, los calcetines enrollados y las rodillas llenas de
moratones.
A mí me gustaba el niño de
la callejuela y yo le gustaba a él, así de desastrosa, lo demás importaba poco.
El día señalado para la
carrera, llovió como si se hubiese rasgado el cielo, el barrizal nos atascó las
ruedas de los carros y tuvimos que desistir. Los cacharros de madera fueron requisados por
el “gobierno” (o sea, mi abuela, que no sé cómo se enteró del evento)
Me tocó sentarme alrededor
del fuego a bordar flores en pañuelos de lino, por muchos días, tantos, que sin
darme cuenta me había convertido en una señorita rancia.
Atrás quedaron las
contiendas, los barcos de papel bajando presurosos por las regueras, los indios
que ganaban las batallas, los carros y
sus tornillos oxidados abrazando la madera…
También cambié de
novio, aprendí a pintarme los labios, a
escribir poemas, a teñirme los sueños y a sonreir como si no pasara nada…
18 comentarios:
Siempre me gustaron mas los juegos de niños que los propios de las niñas, en mi adolescencia seguí vistiendo a mi aire y comportándome sin preocupaciones femeninas. Abrazucos
Mi Rosa querida la vida la va cambiando a una, antes era sí, ahora se saben imponer y si gustan jugar a juegos de chicos se juega y es lo que hay, menos mal hemos avanzado, aunque quede mucho aún por avanzar.
Maravilla de palabras hiladas siempre con esa ternura con la que lo envuelves todo.
Besos muchos.
Jajaja, me ha encantado tu relato y lo he vivido a la par que lo estaba leyendo.
Y así tuvimos la suerte de encontrarte hecha una gran mujer que de vez en cuando juega en el piso con su nieto... o no?
Besos y abrazos. Comienzo a contar. Escondete!!!
Con eñ tiempo te domesticaron tu independencia y audacia,pero seguro en tu corazón queda mucho de esa niña todavía! Un abrazo
Todas esas evocadoras experiencias infantiles, hacen posible esa mujer que ahora eres. Me gusto tu relato.
Besos.
como a tí,a mi también me gustaron más los jeugos de niños. No en vano era la mayor de cinco varones, y en mi casa se fabricaban más jugues para ellos que para mí. Coches con latas de sardinas, escopetas de madera, espadas con palos y alguna bicicleta de tres ruedas.
Mejor olvidarlo, aunque he de reconocer que éramos la mar de felice.uN abrazo Rosa.
Me encanta como siempre Rosa. Haces que cualquier historia sea algo mágico.
Besos.
Yo tambien era de las que preferia los juegos de niños (me llamaban marimacho) y tambien me pase veranos bordando tu y yos (que aun hoy no se para que servian) lo que no se es si llegue a convertirme en una señoria pues siempre odie pintarme, asi que no se....Besos.
Hay veces en que hay que rebelarse a los estereotipos.
Bien contado.
Me hizo recordar una canción que se llama El farolito...habla de la época en que los niños dejan atrás sus juegos, dejándose seducir por el amor..soltar las muñecas y carros, por unas manos que entrelazan los dedos o labios conjugados..Preciosa historia...muy hermosamente llevada...besos..
Eras muy audaz, eso te llevo a aprender más de la vida, a resolver tus propios problemas y deseos sin pedir ayuda. Muy original relato, con la experiencia de tu inocencia infantil.
Bso
Jajaja! Qué intrépida! Hasta a mí me parece peligroso tirarse por una cuesta en ese artilugio, pero cuando era pequeña también hacía alguna burrada que otra...Qué tiempos!
Una bonita historia!
Un beso
Ay amiga, es que entonces había los juegos de niñas y de niños, vamos una pena; pero hacíamos lo que nos daba la gana, faltaba más.
Un abrazo
Has descrito fenomenalmente el proceso de perseguir tus sueños infantiles, contracorriente, y la forma en que más tarde fuiste aterrizando en la adolescencia y posterior madurez entre bordados florales en pañuelos de lino. Afortunadamente la capacidad de ensoñación se nota que no la has perdido Rosa.
Un fuerte abrazo.
Todo el relato maravilloso, en el que destaco ese último párrafo, con la agilidad mental que te caracteriza.
Besos, querida Rosa.
¡Qué bonitas las imágenes que nos haces llegar con la lluvia! Una tormenta que apaga los sueños...tú relato es bellísimo, lleno de melancolía y de unas pequeñas y rebeldes alegrías...me ha gustado mucho...
Besos
Bravo , emotivo cien x cien , y con una gran moraleja al menos a mi me lo has transmitido , ese recuerdo que añoras de la niña que fuiste un día y en la mujer que te has convertido .
Un saludo y feliz semana.
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