21 de diciembre 2018
Desde hacía unos días, el invierno y la muerte acechaban tras los cristales. Tú lo sabías.
Supe que el invierno llegó anoche porque la escarcha heló las rosas que yo debía cortar
para ti esta mañana.
para ti esta mañana.
La muerte, se adelantó a todo.
-El laurel se está secando- me dijiste.
(Aún malvive, como mi rabia, abonando la tierra)
Los pájaros alcanzaron por fín la libertad, huérfanos de aire, amanecieron mudos
entre los barrotes la misma mañana de tu vuelo.
entre los barrotes la misma mañana de tu vuelo.
Y yo porque no soy pájaro, ni laurel, ni rosa, tengo que seguir sin querer,
añorando la primavera.
añorando la primavera.
8 comentarios:
Las primaveras que viviste nunca se irán.
Un fuerte abrazo Rosa.
Me da miedo comentar, cuando las palabras vienen teñidas de dolor y desgarro.
Piensa que aun siguen quedando primaveras.
Besos.
El dolor teñido de ausencia. El rosal congelado en las manos. Las lágrimas apurando la mirada ante la venta del invierno, que cuando llega así, de forma súbita, deja al laurel temblando de sueños que llevarse a la boca, deja a los brazos sin destinatario ni anhelos, deja su pluma sin tinta ni sol.
Precioso, duro, doloroso tu poema. Un abrazo grande
Mi querida Rosa la primavera llega, siempre llega aunque no lo parezca.
Besos y un abrazo enorme.
Seré honesto contigo, Rosa, desde mi propia experiencia por la pérdida de mi hijo mayor.Es cierto que la primavera llega, pero no es menos cierto que ya nunca será la misma primavera. Será una primavera desvaída. Aprender a disfrutar de ella a pesar de la inevitable ausencia, es la asignatura que tenemos obligación de aprobar.
Hermoso y triste poema, amiga mía.
Un fuerte abrazo.
Te visito por vez primera y me ha encantado, Gracias.
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