martes, 3 de mayo de 2011




Resquebrajado como piel de tambor, un hombre cualquiera
marca el eco de otra piel en mi piel.
El deseo como un látigo, me deja heridas sin voz.
Esquina de tiempo dónde la vida aguarda
el paso de los relojes ciegos.
A quebranto sabe el silencio de la campana rota,
Un nombre cualquiera escrito en la umbría,
garabato indeleble que habita en los escombros de la memoria.

7 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Esas heridas en la piel y en la memoria no se borran fácil, mucho menos con otra piel.

Intenso texto, muy sentido.
Abrazos.

San dijo...

Esas huellas duelen, sobre todo si antes se escribió sobre otro cuerpo.
Hay que borrarlas porque si no queman y desgarran el alma.
Maravillosas palabras escritas en el más puro sentir.
Un abrazo Rosa.

Giliath dijo...

que bello texto... super intenso...

Manuel dijo...

Duro, porque una herida sin voz no cicatriza nunca.
Un beso

Claudia AB dijo...

Detrás de cada cicatriz hay una historia...una historia, una historia...hay muchos que no tienen.

Un saludito:-):-)

Anónimo dijo...

Bello retrato de un instante, fuerte, en la expresión de tu voz...
Cariños
Edith

OceanoAzul.Sonhos dijo...

A vida é feita de histórias intensas e de cicatrizes de feridas.
Linda poesia.
Abraço
oa.s