"A las siete en la playa, a las siete en la playa, a las
siete en la playa…”
La cinta del contestador repetía incansable la misma
frase
como si un eco cruel hubiera preñado la casa hasta la
asfixia.
Desde el reloj de sol bajaban los minutos a esconderse en
el agua.
Las siete.
Heridas, las saetas dejaban la herrumbre entre los dedos.
Quiso detener el tiempo a gritos, habitar
la razón con pretextos, deshilachar la cordura, desnudar la trama.
No era una cita de amantes. Los muertos siempre llegan
tarde.
4 comentarios:
Pero... ¿a que tú estabas allí? Pues eso es lo que importa.
Rosa cuanta desesperación y cuanta tristeza se desprende.
Mi cariño para ti.
Todo llega, hasta la espera más desesperada tendrá su hora, aunque duela el pensarlo.
Besos Rosa!
Gaby*
Siempre llegan tarde y se marchan sin permiso de nadie. Dile que borre el mensaje del contestador...
Un beso, Rosa, y cafelito.
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