jueves, 6 de febrero de 2014

Este jueves, una visita a la prisión





Me he cambiado de ropa tres veces. Demasiado elegante, demasiado desaliñada, demasiado poco, demasiado mucho, demasiado de nada…
El espejo se oscurece a medida que se acerca la hora de visita. Ya he ensayado la sonrisa e intuyo la suya igual de falsa. No, no hay lugar  para la alegría.
Hay un murmullo ininteligible que suena a través de los altavoces y un trasiego en las estancias interiores.
Un largo corredor aloja a la plebe. Huele a humanidad.
No usamos el interfono para comunicarnos,  una mirada fue suficiente  para leernos todos los renglones de la piel y del alma.
Nos separa un cristal. Nos separa un mundo. Nos separan las preguntas sin respuesta.
Me di la vuelta antes de que viera mis lágrimas.

Tengo mil días para esperarle. Y el resto de la vida para perdonar su error.

20 comentarios:

LAO dijo...

Relato simple y real. Con toda la tristeza que implican esos encuentros de visita. Saludos Rosa.

Tracy dijo...

Triste pero transmite amor y paz.
Es un relato muy dulce.

Natàlia Tàrraco dijo...

¿Qué se podría decir con el cristal de por medio? Y tantos silencios y tantas vivencias, a la espera de recuperarse, demasiado tiempo y el perdón ajándose pero no muerto.
Retransmites esa sensación extraña y dolorosa entre dos de frente y la cárcel entre ella y él.
Me ha fascinado Rosa, un besito.

censurasigloXXI dijo...

El corazón y la razón estaban unidos en este caso?

Muy original. Me gustó. Besito, Rosa.

Unknown dijo...

La espera será dura, pero la vida es larga para poder perdonar. Un besote

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Pocas palabras y en su sitio. A veces es más culpable el de fuera que el de dentro.
Un abrazo

Anónimo dijo...

¡Que bonito, Rosa!. Qué bien relatada la historia de esa forzosa separación. Ese instante del encuentro periódico en que las palabras sobran y en que cada uno intenta, inútilmente, mostrar una sonrisa alegre y desenfadada que están muy lejos de sentir. Eso unido a la determinación de esperar y a la generosidad de perdonar.
Un abrazo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿De que lado está ella?

Sindel Avefénix dijo...

Enfrentar la realidad en estos casos es fuerte, saber que habrá esperas, que habrá cosas que perdonar.
Bastante bien lo hizo la protagonista, pudo pasar el mal trago del encuentro, ahora solamente le queda esperar, y sostener esas ganas de seguir acompañando al condenado.
Un beso.

Gaby* dijo...

En un relato breve, encerrarse la totalidad de un tiempo imprevisible, de esperas, preguntas y pocas respuestas. Imaginé ese frente a frente, cristal de por medio, y el cruce de miradas, profundas, sensibles, escrutadoras.
Genialmente escrito!
Besos:
Gaby*

Neogeminis Mónica Frau dijo...

si fue solo un error, seguro se le perdonará...
Muy buen texto.
un abrazo

Cecy dijo...

¡Me dio una tristeza! De esas donde se esconde jugando la lindura.
Me ha encantado.


Abrazo :)

Anónimo dijo...

Una bella mirada poética es tu relato. Participo de un proyecto de talleres poéticos con reclusos de la cárcel de la ciudad de Valparaíso y, con sólo un vistazo a las mujeres en espera de su hombre, de rostro ansioso y "sin demasiados"... con mil días en espera... todo un mundo!
Abrazos desde lejos
Edith

casss dijo...

"una mirada fue suficiente para leernos todos los renglones de la piel y del alma."

....con esta frase, ya te ganaste toda mi admiración.

besos

San dijo...

Bello Rosa muy bello. Una imagen, la de cambiarse de ropa varias veces, hasta encontrar la adecuada. Un momento, el que con las miradas se dicen todo lo que tienen que decirse y una esperanza, la de comenzar de nuevo. Lo dicho, bello.
Un abrazo.

Mar dijo...

A veces sufre más el que está fuera que el que está dentro de la cárcel.

Bss.

Charo dijo...

Es muy duro tener que verse a través de un cristal, lo has descrito muy bien. Si ha sido un error, hará bien en esperarlo el tiempo que haga falta, el que esté libre de pecado...
Un beso

Alfredo Cot dijo...

Mil días... supongo que será una licencia, porque podrían ser determinantes.
Tu texto como siempre es bello, se pasea por imágenes muy bien pintadas y con la carga poética que te caracteriza.
Besos

Juan Carlos Celorio dijo...

No veo forma de expresar lo que trasmites, está en esa mirada que dijo todo.
¿Sabes? Empecé pensando que quien hablaba era la reclusa, supongo que por algún condicionamiento mio y al terminar de leer sentí el vuelco al entender que quien narra es la visitante.
Muchos besos.

Ángel Navarro dijo...

Lo triste de este relato es que la metáfora de la prisión se puede trasladar a la convivencia de dos personas que "viven" juntas y están separadas por ese cristal imaginario que es capaz de torturar y deshacer a ella, pero aún así espera y hasta es capaz de perdonar. Es grande, muy grande.