Desde la ventana de mi corta memoria,
te veo pasar, con el disfraz de padre,
con la palabra rota, con las caricias ajenas.
Yo estreno sonrisa cada día cuando llegas,
esperando que sean el muro que detenga tu ira.
Como el gorrión, me poso en tus ramas buscando cobijo.
Sin entender el grito, vuelo de un bando a otro, perdido.
Me ahoga el sustento y mi garganta como estopa, calla.
Quiero ser grande para entender, pero los niños crecen a
destiempo.
La culpa, es un monstruo que me despierta por las noches
cuando la cárcel de mi miedo no es suficiente para pararte.
Yo te quería, yo era tu amigo, yo te contaba mis cosas,
te prestaba mis lapicitos de colores, te dejaba jugar con mi
pelota…
El sol se ha nublado
para maquillar los golpes, mi madre no
grita.
¡Los hombres no lloran!, me sentencias con el dedo,
Pero lloro, escondido en la sinrazón de tus palabras.
Y el reloj se para.
¿Quién le dirá mañana a mi maestra que no iré a la escuela?
¿Quién le pondrá agua y comida a mi perro?
¿Quién jugará con mis
amigos en la plaza?
¿Quién escuchará los cuentos que se inventa mi abuela?
En mi cajita de tesoros
guardaba el futuro. Tú lo has
robado.
…Te veo pasar, con el disfraz de padre, pero desnudo de
sentimientos.
Mis preguntas son
afiladas como una guadaña, ¿por qué,
por qué, por qué, por qué?
Si tan valiente eres, respóndeme sin desangrarte.
6 comentarios:
En la piel de los niños que ven como quien debe protegerlos, destruyen su vida y la de su entorno. Terrible experiencia esa que los deja desamparados y vacios de amor. Luego un trabajo muy duro el de recomponer lo que le han robado.
Como siempre Rosa, mejor imposible.
Un abrazo.
Una terrible sinceridad infantil, preguntas legítimas, vacio sin respuestas.
Experiencia en la corta vida del niño, que marca, tus letras lo dicen y me emocionan, leerte es un placer inagotable. Besitos.
Qué duro. He sufrido mientras lo leía.
Una radiografía descarnada, real, sin paliativos, de los sentimientos de un niño que no entiende la innecesaria crueldad de alguien a quien quería, de aquel cuya cólera pretendía frenar con su inocente sonrisa. Demasiado pronto para descubrir la sinrazón del maltrato. A pesar del tema, relato no exento de belleza, Rosa, como siempre.
Un abrazo.
¡uy Rosa! ¡que triste terrible historia real!!!!!!! llega al alma
Triste historia pero eso no ha empañado lo bello de tus palabras que con su aroma me han traido hasta aquí. Con tu permiso sigo indagando en lo que ofreces y cuando quieras darte un salto por mi espacio te espero encantada.
Saludos desde Tenerife-Canarias .
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