jueves, 29 de septiembre de 2016

Este jueves: Cocinando recuerdos





Mientras mi madre me hacía una tortilla sin huevo, (sólo las madres son capaces de hacer magia en la cocina) yo esperaba en el patio atenta a la hilera de hormigas que recorría de parte a parte el arriate de la hierbabuena.

En la mesa de los pobres la imaginación siempre era la invitada de honor.
Así crecí yo, creyendo que mi vaso de leche era la luz de  luna que de noche se filtraba por la enredadera, que las rosquillas que hacía mi abuela eran zarcillos de duendes, que si cerraba los ojos, los garbanzos jugaban a las cuatro esquinas en mi barriga plana...
Los domingos mi casa olía a caramelo de azúcar, a gachas con canela a mermelada de tomate a café de puchero a carbón de hulla, (negro inquilino que sin pedir permiso se fue alojando en los pulmones de mi padre cada día que bajaba a la mina)
Siempre era día de fiesta en el hule de colores, en las servilletas con las iniciales bordadas, en el escaso ajuar de porcelana y en los cuchillos para cortar sinsabores. Siempre vivió la alegría al trasluz de la escasez, allí dónde mi madre elaboraba las mejores tortillas sin huevo del mundo.
De ella heredé la receta y mis hijos la heredarán a su vez.
Ellos aún no saben que cuando la inocencia se arranca de cuajo, los sabores de la infancia se tornan amargos...
Para eso estoy yo, para borrar del recetario del tiempo los ingredientes que sobran en la despensa del alma.

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12 comentarios:

Ester dijo...

Eran otros tiempos, hoy algunas cosas son impensables y seguro que muchas de las normales en estas fechas resultaran extrañas dentro de dos generaciones

María dijo...

Aquellos tiempos las cosas sabían de otra manera, sobre todo, esas rosquillas tan ricas mmm.

Un beso

María dijo...
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Anónimo dijo...

Es un auténtico placer leerte.
https://www.youtube.com/watch?v=bt0kbWMWSN4&list=PL9YQFGjCP6IriQUm50pey1TlYhso57Ib5

Juan L. Trujillo dijo...

Eran los tiempos en los que se comían las "gachas viudas" y con una mano atrás, porque no había pan. El tiempo de las collejas hervidas de primero y único plato.
Es cierto las madres de entonces, hacían verdadera alquimia para poder dar de comer a la familia.
Llevas mucha razón: el condimento básico para esos tiempos de penuria era la alegría. Gracias a ella y al amor de todos, fuimos capaces de salir de aquellos tiempos donde las despensas estaban vacías y los corazones llenos.
Un beso.

Tracy dijo...

No te puedes hacer una idea de lo que me ha gustado tu texto de hoy, lo has llenado de poesía, de sentimientos, de amor y de no sé cuantas cosas más.
me emocioné leyéndote.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Que bonito te ha quedado Rosa. Tus palabras son pura poesía que siempre me llegan bien a dentro. Una enternecedora nostalgia del pasado.
Un abrazo

AlmaBaires dijo...

Tu texto emociona y alimenta el alma.

Un beso grande.

yessykan dijo...

Hola, Rosa.
Es un relato muy nostálgico, añorando los recuerdos de tu madre y de tu infancia en la cocina.
Beso

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Me has conmovido con tus recuerdos, sabores y secretos. Precioso texto!
Un fuerte abrazo

MOLÍ DEL CANYER dijo...
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MOLÍ DEL CANYER dijo...

Que cosa más bonita! Has llenado mi alma de alegria y de dulzura, nuestras madres fueron magas del amor y la imaginación. Besos.