miércoles, 21 de julio de 2010

Relato de jueves "Problemas técnicos"



Es torpe e indeciso, te dije.
Defectos sin importancia, dijiste.
Ya no hay arreglo. No sirve.
Oscuro, es verdad que es oscuro.
Intenté abrir las ventanas, remendar la luz.
No llegamos a tiempo.
Lo atraviesan las preguntas, dijiste, Sangra azul, te dije.
Allí quedó mintiendo el cartel.
“Corazón cerrado por problemas técnicos”

martes, 20 de julio de 2010



Brinda conmigo,
Bebe.
No te importe que se celebra aquí.
La hiel y la miel de un trago.
Que, borrachos, importará poco
si el azahar duró sólo una primavera.

lunes, 12 de julio de 2010

Lastre



Pertinaz, la sombra,
continuación de mi misma,
y sin embargo… tan ajena.

sábado, 10 de julio de 2010

Nada es lo que parece



Yo te creía cepa virgen,
navegable reguero de dulce savia,
amalgama de sol, tus brotes.
Yo te intuía melosa luz,
racimo tardío,
maduro placer que se nutre de la tierra.
Yo te sentía raíz de mi centro,
quiebro de abrazo,
sarmiento, cáliz.
Cárdena sed, tu roce, en mi vida.
Pero…
Resultaste ser la obra del labrador torpe
el crujir del surco pariendo la parra amarga,
la uva de saldo en el mercado,
el vino bastardo para la borrachera inútil.
Limo,
grieta en el cuenco vacío del deseo,
brindis ciego para la alegría,
tronco seco a pesar de la primavera,
fuego fatuo
humo
ceniza
Nada.

miércoles, 7 de julio de 2010

"C’est moi mon amour" Este jueves un relato




A pocos kilómetros de Paris, un pequeño hotel, un pequeño bar, una cena para dos...
El camarero sonrió al comprobar mi raro acento al pronunciar las cuatro palabras aprendidas en francés para no desentonar.
Entendió mejor mi sonrisa que mi petición, pero amablemente me llevó junto a la cabina de teléfono.
Me temblaban las manos mientras buscaba la agenda en mi bolso revuelto.
Deposite las monedas con el mismo miedo y la misma ilusión de quien las arroja al pozo de los deseos esperando con ansiedad que se cumplan.
Dos tonos... tres, cinco... Cerré los ojos al oír su voz y dije: “C’est moi mon amour” y colgué.
El teléfono sonó y sonó durante diez interminables minutos sin que nadie lo cogiera. Sabía que eras tú. Sonaba tu propuesta en mis oídos y la respuesta se escapaba con mis lágrimas en silencio.
Llovía...
Cuantas canciones hablan de la belleza de la lluvia en Paris, del color de Paris, de la música de Paris, del sabor de Paris... Ninguna canción sabe de la soledad en Paris cuando al otro lado del teléfono alguien te dice -ven y déjalo todo-
El espejo del ascensor reflejó la imagen perfecta. Mi marido y yo subíamos a la habitación a cumplir con el deber de amarse... en Paris.
El recepcionista, con fastidio, descolgó el auricular
¿Allô? ¿allô? ¿allô?
Silencio.
Alguien calla mordiendo la rabia mientras me “usan”.