domingo, 26 de diciembre de 2010
Propósito de enmienda
Tu dices que me quieres, que me intuyes preciosa, que me piensas dulce, que me sueñas joven, que me crees coqueta, que me sientes alegre, que me esperas tuya…
No quiero engañarte, no debo alentarte, no puedo dejar que me lleves tan dentro, que me eleves tan alto.
Mírame.
La magia de la Navidad, evidentemente pasó de largo.
Aceptame tal como soy.
jueves, 23 de diciembre de 2010
"Villancico" Relato de jueves
Llevo horas mudando cachivaches en mis recuerdos, huele a miel, a matalahúga y ajonjolí, a castañas asadas, membrillos con canela, pestiños, rosquillas de anís…
En la plaza hay luces de colores y estrellas de plata colgadas de los árboles. Algunos chiquillos zarandean las panderetas y desafinan con la inocente voz puesta en el villancico.
La candela, como toda la casa, está en calma; a veces, el fuego cruje y se expande agrandando las sombras en la pared, vistiendo de rojo festivo los troncos.
Con una copa de aguardiente se agasaja a los vecinos, que, vestidos con el traje de los domingos y la boina nueva, vienen por la casa a felicitar la Navidad.
Mientras las mujeres amasan los dulces, los chiquillos hacemos barcos con las cáscaras de las nueces y navegamos en la pila del patio hasta que los dedos se arrugan como garbanzos…
Canto con el corazón desacompasado aquel villancico que me enseñó mi abuela, guardo la voz entre baúles, cierro la puerta de mi niñez.
Tengo que volver antes de que anochezca.
Mañana es Noche Buena.
lunes, 20 de diciembre de 2010
A cada uno de mis amigos
Tantas cosas ya dichas, no me sirven para ti,
porque Tú eres especial.
No me vale cualquier amor envuelto en papel de colores,
la paz condicionada,
la felicidad en jaula de oro.
Amor, Paz, Felicidad...
Quiero deshilachar la luna para zurcir tus sueños rotos,
ser un cascabel para tu alegría,
el guardián de tu lumbre,
el tamiz de tus dudas.
Quiero afilar el lápiz de mis sentimientos,
para ser un garabato escrito en tu alma.
Desnudarme en las palabras… ofrecerme.
Eso quiero para ti, esta Navidad.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Relato de jueves "Historias de ascensor"
Hicimos el amor como si se fuera a acabar el mundo.
Si, si, ya se que te parece una barbaridad a mi edad, pero me hizo arder en segundos.
Hacía mucho que no me sentía deseada de ese modo, hasta llegar a la locura que supone tragarse los gemidos por temor a alertar a los vecinos.
Nada fue improvisado, llevábamos meses planeando el encuentro. No había un lugar mas seguro para dos infieles.
A esa hora, en su casa, su mujercita estaría poniendo la mesa, mirando el reloj para tener a punto la sopa, olvidada completamente de parecerle hermosa.
A esa hora, en mi casa, mi marido dormitaba en el sofá después de tragar sin comentarios la comida, cerró los ojos sin reparar en mi carmín nuevo, mi falda corta, mi pelo cuidado.
Sincronizados, él, aparcó el coche en la esquina. Yo, bajé a tirar la basura.
Nos cruzamos en el portal, justo cuando los niños del segundo volvían de la escuela con la algarabía propia de una desbandada de pájaros.
El vecino del cuarto derecha, ese que nunca saluda, nos robó cuatro minutos hablando del nuevo presidente del Betis.
El ascensor de los pares subió con los niños y el vecino. El de los impares nos invitó a perdernos.
La pasión se multiplicó en todos los espejos mientras subíamos al piso diecisiete y bajábamos de vuelta a la realidad.
Me abroché la blusa, bajé mi falda mientras él se alisaba el pelo y la corbata y me miraba aún, derritiéndose.
Una última ojeada antes de que se abrieran las puertas y ensayamos ser dos extraños coincidentes.
Al salir nos encontramos con los operarios de una empresa de seguridad. Buenas tardes señora presidenta, -me saludaron- desde esta mañana está instalada, tal como se acordó en la última reunión de propietarios, la cámara de video dentro del ascensor para averiguar quien es el vándalo que roba las bombillas y hace pintadas en los espejos. ¿Me firma usted el albaran por favor?
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Noches de franela
Siempre fue una desventaja llamarse Nazaria.
Nazaria vive calle abajo, allí donde las noticias dan la vuelta.
El cartero no necesita apellidos, la conoce por la solterona, desde siempre.
Hoy trae una carta para ella. No tiene remite. Las letras picudas dejan un paisaje tembloroso y azul en los bordes de su nombre.
El buzón de Nazaria está por estrenar, el tiempo selló la boca de la espera y el hambre de noticias parió un desierto de cal.
Crujió la madera bajo los nudillos al segundo golpe, Nazaria sale a entreabrir la vida. El sobre viaja hasta su mano. Heredera súbita del pálido papel, no sabe donde alojarlo. Lo mira la noche entera.
Su cuarto es un mundo pequeño donde sueña perderse. Su cama parece una primavera inconclusa. Las sábanas son un erial de espliego y alhucema que envuelven su piel huérfana de caricias.
Tiene miedo de ser dueña de algo y renuncia al título de destinataria.
Rompe las noticias en mil pedazos.
Mañana mismo se cambiaría de nombre.
Nights in whit satin.
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