domingo, 27 de mayo de 2012



El amor y la dieta bordean el charco.
Yo soy débil.
Tú, un bombón trepa.

viernes, 25 de mayo de 2012

relato de jueves: "Replicantes"



-Replicante casera-


Todo comenzó por esa obsesiva sinrazón que nos atenaza a algunas mujeres, el miedo a envejecer, a no aceptar los surcos del conocimiento que nos atraviesan la piel y nos arrugan la razón. El ritual de cada mañana para fragmentar los años en parcelas desiguales de felicidad a quienes echarle la culpa de que a mayor sufrimiento, menos tersura en el envoltorio que nos guarda.
Yo no tenía dinero para costear los caros tratamientos que me devolvieran la frescura de mis veinte años, ni cremas ni masajes ni cirugía. Solo estuvo a mi alcance acudir a un visionario del barrio, que, a cambio de unos versos (dije versos) y dos tortillas de patatas, me dio unos remedios caseros para mi mal.
Y heme aquí en mi primer día de tratamiento. Según las anotaciones, debo mantener la cabeza dentro del microondas durante diez minutos a temperatura máxima, alternado con otros diez de estancia en el congelador y si mi cuerpo aguanta, tres tandas de diez a lo largo de la mañana.
Voy notando como la nuca adquiere una textura fría como de metal y conforme se transforma en algo ajeno, a la par de mis pensamientos, otros pensamientos generan rebelión.
Este experimento no tiene nombre. Repaso el manual:
Para asimilar la transformación tengo que meter los dedos en el enchufe, asi, valientemente.
No se si será normal pero se me van adosando los cazos, las espumaderas, la tapa de la olla exprés, las sartenes, como apéndices se integran y me mudan.
Ahora soy otra, no encuentro calificativo. ¿Más guapa? ¿más joven?
La pila del reloj se me ha empotrado en la frente, me adorna, si.
Dos sístoles, dos diástoles rugen dentro de esta carcasa, replicando.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Este jueves, pacto con el diablo en 120 palabras.




El pelo se le caía a mechones desde hacía unos días, el blanco de los ojos había mudado al amarillo y su aliento salía espeso con un fuerte olor a azufre.
El dolor hacía que se retorcieran sus huesos como troncos de vid seca.
Su piel ardía marcando con ceniza las sábanas de satén.
Supo que sucedería. Ya lo había previsto. Ella debía estar lejos, oculta de la lástima.
A tal efecto dejó su mejor fotografía bañada en Chanel nº 5.
El mundo supo que Marilyn Monroe murió de una sobredosis de alcohol y barbitúricos.
Nunca nadie sabría que fue lo que Norma Jean Mortensen había pactado con el diablo.
Mientras se le licuaba la vida, pagó el precio acordado.

jueves, 10 de mayo de 2012

Relato de jueves: " Erase una vez..."


-¿Papá, que cuento nos toca hoy?
-El de “las sábanas blancas”.
-¡Pero ese no vale!
-Bueno pues entonces el de “la mano que afeita”
-Ojuuuuuuuuuuuu, ¿otra vez?


Y yo no sé como hilvanaba a mis sueños, imaginación, tanta.
Entonces me quedaba mirando la noche que, cómplice, escribía letras de luna sobre la pared: “Erase una vez…”
Se me amontonaban las palabras hasta que amanecía y a esa hora los monstruos, princesas o duendes huían por los tejados.
Y así un día y otro día hasta que se me escapó la niñez por la ventana…

Mi padre está sentado al sol de sus noventa y dos años, la vida le pone la sombra a trozos.
Me mira como si fuera la primera vez que me ve y me dice con una sonrisa que le ocupa todo: “colorín colorado”.
Lo dormí con cuentos hasta su última página.
En el tejado de su ausencia, tan alta, malvive la princesa Desastre.
Hay días que cuelga un cartel que dice: “Se vende, alquila o traspasa este reino”

miércoles, 2 de mayo de 2012

Este jueves un relato... allá por el medievo




La pordiosera

Nunca me cantaron los juglares, ningún castillo albergó mi cuna, ni hubo contiendas para defender mi reino, ni caballeros de armadura lucharon por mis amores, ni cantigas en honor de mi abolengo se compusieron.
A las afueras de los mercados arrastro la fealdad y la hambruna.
Me tiemblan las manos mientras mendigo, la vergüenza me tiñe hasta los harapos.
Este cuerpo deforme se lo disputan los cetreros para alimentar a los pájaros.
Las migajas de pan se pierden por los agujeros de mi faldriquera y una jauría constante me custodia la sombra.
El bufón de la corte pone cebollas en mi cesto que engordan mis carencias.
Llorar capa a capa ahueca mi desgracia.

(No podía ser de otro modo, en pleno siglo XXI, soy una simple figurante en las Jornadas Medievales que se celebran en mi pueblo. De esta guisa, no me conocía ni la madre que me parió)