viernes, 29 de agosto de 2008

Cuando me tocas


Ti-mi-da-men-te
tu mirada me recorre despejando mi infortunio.
Como en un eclipse
Sua-ve-men-te... renazco en ti.
En giros de veleta sin aire, me envuelves.
Cuando me tocas,
se confabulan los elementos,
germina el fuego
le-ve-men-te... sobre el agua.
Mientras yo me diluyo en tu corazón de barro,
tu engendras lunas en mi reloj de arena.
Len-ta-men-te

domingo, 24 de agosto de 2008

Muñeca de trapo





Dobla el pañuelo, lo desdobla, lo vuelve a doblar marcando líneas con los dedos en la misma dirección una y otra vez.
Sin mirar la tarea, mecánicamente desde su falda al infinito de sus ojos.
Lleva horas tras la ventana, oxidada como los barrotes está su mente, atrapado tras los barrotes, su ayer, su hoy y su mañana.
El rojo de los geranios, el gris de los gorriones, el blanco de las paredes que la encierran, son el raro arco iris que precede a la tormenta.
Ha llorado.
Ha llovido, se ha inundado, ahogado, muerto su cordura.
Está prohibido cantar. Negra nota muda, rictus amargo de carmín su sonrisa.
Luto.
Un alarido prestado sale de la muñeca de trapo.
Se mutila la ternura mirándola...
Toda la tristeza cabe en el pañuelo doblado,
mientras miro a mi madre desdoblada en su mundo llamado Alzheimer.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Desolación


Desolación


Ya no me queda nada que tirar,

Tire la cuerda con que debía ahorcarme.

La silla que debió ser precipicio de mis adioses,

se quedó, y me quedé.

Somos dos.

Pero, incompatibles para el apareamiento.



jueves, 14 de agosto de 2008

Claustro de arena






-claustro de arena-



Me estoy mirando en tí. Si, en tí.
En tu espalda deshabitada de mis besos.
No, no te gires...
Ahora que no me ves,
dudo en el precipicio de tu calma
si descenderte de nuevo.
Sin coartada me entrego,
no importa si me juzgas y condenas mas tarde
por ocupar con mi vida tu vida.

Un latido urgente,
un crujido de tu corazón en mudanza,
me alerta de que te rompes
inundando cada grieta de mi claustro de arena.
Mi cuerpo como aljibe rebosa
y te guardo para mi sed venidera.
Mercaderes son mis manos a tus deseos.
Piden o roban sin pedir,
trueque de placer por placer sin dueño.
En tierra de nadie nos inventamos,
nos modelamos,
nos entregamos sabiendo que la soledad
vive al otro lado del susurro.
Sin promesas.

No, no te gires...
Deja que sea tu espalda la frontera de estos ojos,
de este destierro pactado antes de amarnos.
Que sea mi risa tu equipaje,
que sean tus caricias mis alas.
Por hoy, solo por hoy tengo derecho al llanto.
Tu piel y mi piel ensayan torpemente la renuncia.
Desnudos no hay donde esconder los sueños.
Te sabré y me sabrás sin límites
en las horas de esta eternidad inevitable.
Y mañana...
volveremos a ser los que no somos,
con la duda infinita de no saber que seríamos
sin habernos tenido hoy.

Tristeza premonitoria



Ayer mientras desalojaban los baúles de la mudanza, mientras se amontonaban los recuerdos y los cacharros, encontré esta fotografía.

Mi pose de guardián cansado sin rastro de sonrisa, desentona con la alegría blanca de Margarita.

Es curioso, miro sus pies y ya, entonces, a sus tres años, estaban al filo... su vida siempre ha estado al filo de todas las cosas.

Si yo hubiese sabido.....que un empujón a tiempo le haría crecer las alas.....

Mañana iré a verla. Es su cumpleaños.

Al filo de su cabeza hueca, me siento y tomo sus manos. Se aferra a las mías deslizándose en el barranco de su ayer, sin miedo.

A ratos canta, a ratos llora, a ratos quiere atrapar el agua del estanque, a ratos me pregunta que cuando nos vamos.... (un reloj de musgo detiene el tiempo)

Nos vigila la enfermera de este mundo de cuerdos.

Parece que fue ayer.... nadie sabe que mecanismo cruel la mueve a ratos...

Treinta años de renglones borrados de su memoria y de mi vida.

Hace frío. El jardín es de color sepia como la fotografía y se escapa la tristeza por sus bordes.

Mi hermana se deja llevar... al filo de una puerta que da acceso al pabellón de esquizofrénicos.


(Relato publicado en la revista Almiar, Margen Cero)