jueves, 22 de noviembre de 2018

Hoy jueves....Viajamos








“Quizás convenga para este viaje guardarse el reloj en la espalda, para que así parezca que el tiempo nos persigue”
Hablaba sólo mientras desmigaba el pan duro para que comieran los pájaros. Los gorriones, al descuido, dejaban sin sustento a las palomas y el parque se teñía de gris mientras alzaban el vuelo atravesando la noche.
El amanecer no le cogerá desprevenido, equipaje tan ligero, los pasos sin brida, dirán.
Es la hora.
Y cruza la línea de sus pensamientos desafiando.
Plancha las arrugas del miedo, se busca en el espejo, pone el calendario del revés. Vuela.
¡Ridículo tan viejo!
Pero se ha enamorado.
El último viaje, quizás sea su último viaje, ese del amor, ese de mirarse a los ojos, de temblar en silencio cuando sólo el alma responde porque el cuerpo se derrama.
Viaje que siega la soledad de un tajo y tiñe los días de rubor de amapolas.
Paso a paso de dos para partir el pan y las tardes de noviembre, castañas, granadas, membrillos con canela…
En el vaho de los cristales medio corazón y un NOSOTROS.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Relato para el jueves: El trabajo ¿Una maldición?

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Duele la noche

Los zapatos me han hecho daño, sangran los dedos apretados en esa estrecha cárcel de plástico rojo, amoratados por el frío y los pasos sin vuelta. Duele la noche.
Hay luz en la ventana de la cocina, amanece. Sólo me separan cuarenta y siete escalones hasta la mentira. Me pesa el sueño y un agujero en el estómago se traga el asco. Duele la noche.
Una taza de leche caliente para el temblor de mis dedos, un espejo roto detrás de la puerta para recordarme la mala suerte, diez pedazos de mi imagen fragmentada y oculta bajo la pintura. Duele la noche.
Detrás de los visillos vive la vida, la de los otros, ajenos al ruido de mis tripas, al traqueteo de mis sienes, al vaivén de la vergüenza que se agita, como las mareas, con la luna. Duele la noche.
El despertador suena en todas las grietas. El mundo se pone en marcha y me arrastra desmaquillada de sombras. Bien ensayada la sonrisa, a ras del suelo soportando el peso de las preguntas. Duele la noche.
Dormir, dormir, dormir, atravesar el reloj de arena sin quejarse, invocar al dios de las cosas, vigilar el fuego, ahuyentar a los cuervos, cantar una nana, tender la verdad al sol, amasar la rabia… ¡Que hambre de amor!
Me sangran los días, ¡pero a mi lo que me duele es la noche! cuando entro en la cárcel de los zapatos rojos de plástico con los que camino por el filo de las navajas.
Me llaman PUTA.
Mi trabajo es una maldición.