domingo, 26 de septiembre de 2010

I CONCURSO MUNDIAL DE ECOPOESIA 2010


Participaron en este concurso 571 poetas de 37 paises... entre ellos yo.
Mi poema "La sed" está entre los cien seleccionados para la edicción de un libro a cargo de la organización POETAS UNIVA.

La sed

Se secó el barro antes de la llegada del otoño. Allá por octubre, cuando las orillas eran el principio de la desolación misma, la retama de un pálido amarillo se extendía adueñándose del légamo hasta robar la última gota de agua.
El cauce era ahora un hilo de verdina sin ruido que escapaba lentamente hacia las grietas.
Sentía la sed mendigando en los barrancos y al aire dulce barriendo el crujido de los álamos, mientras yo, clavada en el suelo, en medio de la nada, oía el canto de las chicharras.
Concierto de siesta en las esquilas; atraviesa desorientado el rebaño, de un lado a otro, el Guadalquivir seco.
Se disputan la única brizna de hierba nacida de la equivocación de la naturaleza, justo a mitad del lecho por donde un día, alborozada, el agua arrastraba esturiones hasta la desembocadura del Galapagar.
Una hoz afilada siega los veneros y la sequía se adueña del pantalán ahogando en abrazo los remos de las barcas, que como dedos clementes emergen del lodo.
Las beatas invocan al santo de la lluvia y antes de que suceda, me abandono al polvo por escuchar el arrullo ancestral del rio.
Octubre cegó los ojos a la corriente… Miedo me da la furia estancada.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Relato de jueves


-Miss Aurorita-


Ensarta cuentas de colores en el hilo de plata. Primero de dos en dos, las azules, y lunas de lentejuelas se quedan colgando para tragar la luz amarilla de la vela. Cuantas noches a puntadas, se han cosido las horas de su descanso hasta el amanecer.
En esa hora antes de que el sol ensaye, se quita los zapatos y recorre la pista de puntillas hasta situarse justo debajo del trapecio. Una música de violines desafinados que sale del carromato de los zingaros, le hace abrir los brazos y cerrando los ojos vuela desacompasada.
Gira y gira sobre sus pies deformes y el aplauso del domador de elefantes la destrona de golpe.
Su tristeza no cabe en la sonrisa exagerada del payaso y borra la pintura alegre de sus arrugas mirándose de reojo en el espejo sin azogue de la mujer barbuda.
Recoge la caja de abalorios y tapa la chispa delatora de su mirada de artista con el ala del sombrero trucado del prestidigitador.
Sale escondiéndose entre las cortinas de terciopelo que obedecen únicamente al toque de platillos del jefe de pista para abrir o cerrar la magia.
Remienda los agujeros de su fracaso con la misma aguja que cose brillos en la capa del hombre bala.
Huele a café fuera de la carpa. Ella lo tomará una vez haya dado de comer a las serpientes y después de sacar brillo a la bola de la pitonisa.
Cuando la vida despierta en el circo, ella duerme todos los sueños juntos.
Miss Aurorita no aparece en los carteles.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Sábados literarios





No se puede ser mayor de un día para otro. Ayer, con catorce podía correr tras las gallinas para quitarle las plumas y hacerme una cabellera de jefe-indio magnífica, podía pasarme horas subida a la higuera escuchando el concierto de la acequia, podía traficar con los cromos y las canicas de los niños de la calle nueva, podía cogerme del brazo de Santiago sin que por eso fuéramos novios…
Hoy ya no. Hoy ha amanecido más temprano. Es quince de marzo en todos los calendarios de la casa.
No entiendo, de repente todo el mundo me dice que soy mayor. No, no lo entiendo, si todos los espejos me devuelven la imagen flaca y descolorida de siempre.
Como siempre la desgana, el pan con aceite del desayuno, la falda corta de los domingos…
Conforme avanza el día, la transformación se lleva a cabo sin mi permiso. Mi vecina Manuela me ha regalado un sujetador que no sé que me va a sujetar, mis amigas aconsejadas por sus madres, me traen un pintalabios y unos zapatos de tacón (difícil andamio para robar nidos)
Me he deshecho las trenzas. Mi melena llega más abajo de la cintura, cambio los lazos de colores y sujeto mi pelo rebelde con una horrible diadema de brillantitos que me ha comprado mi madrina.
Tengo quince años a las siete de la tarde porque lo dicen las velitas de mi bizcocho de chocolate, porque se nota en mis labios rojos, en las tirantas del sujetador de encaje, en los zapatos que me aprietan los pasos, en el pelo suelto…
Santiago me mira muy serio desde un rincón. El sabe que soy la misma de ayer, pero ya no podrá cogerme del brazo hasta que seamos novios.
Cumpleaños feliz -me dice- y me deja sobre la mesa una caja para guardar la inocencia.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Corazón sin puertas





A medio cerrar las puertas del verano con la algarabía de soles a medio gastar.
Puerta entornada para un septiembre inevitable por donde se cuela el olor de la tierra mojada en la tormenta y la caricia inconstante de las mareas.
De un lado de la puerta, los besos cosidos al alma con puntadas de colores, del otro, remiendos para justificar el retorno.
Puertas de paso, sin huellas.
Puertas de sal para huir o quedarse.
De Cabo Negro al Estrecho, puerta de agua por dónde cruza la muerte en las noches cuando la luna es delgada como el filo de una guadaña.
Puerta de par en par que custodia la libertad de los sueños.