El silencio
de repente llama a mi ventana. Trae el rumor de todos los mares que aún no he
visto y el lastre de las palabras escritas en la bitácora del tiempo…
Hay un silencio
que me sube por la espalda recordando la caricia primera, pleamar de adolescencia.
Otros
silencios llegaron más tarde sembrando preguntas en las grietas del amor roto.
El silencio
se hizo eco en mi casa y en mis poemas viejos, se expandió como una tormenta
abocándonos al naufragio.
Con la vida
hecha girones, grité, grité, grité para desahuciar al silencio…
Por fin, hoy,
desde todos mis rincones se oye cantar al mar.