jueves, 28 de noviembre de 2013

Este jueves, relato: "Cementerios"





Es inútil. Tengo la garganta desgarrada, golpeé con los puños para hacer ruido hasta que me sangraron las manos. 
Nadie me oyó desde el otro lado de la tapia. Los de aquí, tampoco.
Una hilera de hormigas transita por mi espalda camino del nicho de las flores de plástico, yo soy el hilo conductor de sus pasos, sin quererlo.  
No puedo moverme.  Mi pie derecho se gangrena a cada segundo,  ya no me duele, es como si el apéndice fuera de otro.
El sol ha recorrido de este a oeste las tumbas y se ha perdido en el último panteón, ese que tiene un epitafio en verso.  El musgo pone llanto verde a las estrofas que los niños coreaban ayer.  
Hoy el silencio  corta la respiración.
Quien lo hubiera pensado cuando  me uní a un grupo de colegiales  para visitar la tumba de Antonio Machado en este cementerio de Cotlliure.   Los chiquillos  con su algarabía ponían música a la muerte.
Debió ser por eso que nadie atendió a mi grito cuando aquel   cepo escondido entre los cipreses astilló mis huesos y desgarró mi carne.  
Me desmayé de dolor y al despertar, mi sangre a borbotones se había  coagulado junto a las rosas, en tierra de nadie. 
Grité, grité, grité  aterrada, pero ya era tarde, se habían ido todos.  El cementerio  estaba cerrado.

Me estoy muriendo sola… y ni siquiera sé, cómo se llora en francés.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Relato de jueves: "Ídolos"



Se levantó al alba cuando  los pájaros aún dormían  en  las acacias.
Calculó la distancia hasta el abedul  y de ahí al nogal que crecía a la orilla del rio,  bordearía la corriente para llegar al bosque de  álamos. Una vez allí saltaría sobre las caléndulas,  cruzaría los zarzales  contemplando  la flor de la manzanilla, los jazmines  silvestres, las malvas, las jaras, el tomillo…
Tenía tiempo de ensayar hasta la hora en que el sol se recuesta en los tejados.  
Mil intentos, mil fracasos. Hoy tampoco pudo ser.
El barro, delator, se quedó en sus zapatos y en su vestido de los domingos.
Su ilusión hecha jirones se recomponía  mientras  zurcía  las alas.
Había perdido la esperanza de ser  reina por un día.  Será que le faltó el aguijón de la malicia…
Nunca, nunca podría volar como la abeja Maya, su ídolo.


martes, 19 de noviembre de 2013

Futuro imperfecto



Desde la ventana de mi corta memoria,
te veo pasar, con el disfraz de padre,
con la palabra rota, con las caricias ajenas.
Yo estreno sonrisa cada día cuando llegas,
esperando que sean el muro que detenga tu ira.
Como el gorrión, me poso en tus ramas buscando cobijo.
Sin entender el grito, vuelo de un bando a otro, perdido.
Me ahoga el sustento y mi garganta como estopa, calla.
Quiero ser grande para entender, pero los niños crecen a destiempo.
La culpa, es un monstruo que me despierta por las noches
cuando la cárcel de mi miedo no es suficiente para pararte.
Yo te quería, yo era tu amigo, yo te contaba mis cosas,
te prestaba mis lapicitos de colores, te dejaba jugar con mi pelota…
El  sol se ha nublado para maquillar los golpes,  mi madre no grita.
¡Los hombres no lloran!, me sentencias con el dedo,
Pero lloro, escondido en la sinrazón de tus palabras.
Y el reloj se para.
¿Quién le dirá mañana a mi maestra que no iré a la escuela?
¿Quién  le pondrá  agua y comida a mi perro?
¿Quién  jugará con mis amigos  en la plaza?
¿Quién escuchará los cuentos que se inventa mi abuela?
 En mi cajita  de tesoros  guardaba el  futuro. Tú lo has robado.
…Te veo pasar, con el disfraz de padre, pero desnudo de sentimientos.
Mis preguntas  son afiladas como una guadaña,  ¿por qué, por qué, por qué, por qué?
Si  tan valiente  eres, respóndeme  sin desangrarte.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Este jueves con el seudónimo de otro, con palabras de otro




Su madre. Ese ridículo se lo debía a su madre que tuvo la peregrina idea de llamarle Monet en vez de Braulio, como su abuelo.
Su madre y esos delirios de grandeza, queriendo  hacer del niño una lumbrera, y sólo consiguió hacerle  un desgraciado.
No, no nació en París, si no en Villabajo del Ciruelo y creció rodeado de cerdos y  gallinas de Guinea, exóticas como su madre.
Difícilmente, con semejante patrimonio llegaría a ser un tipo ínclito.
Llamarse Monet, le predestinaba a ser grande. No pudo, por cuestiones de edad, codearse con  Cézanne, Renoir, Degas entre  otros, inquilinos empolvados de la biblioteca de su madre.
A  él le importaban un cuerno garabatos tan ilustres. 
Sus amigos eran sencillos pintamonas,  gañanes vulgares  y del atlético de Bollullos, para más desgracia.
La carpa del circo, vientre gigante donde se aloja la farándula, sería por esa noche el lienzo en blanco donde su madre estamparía la vergüenza.
Monet  (el de Villabajo) se maquilla frente al espejo. Adora la pintura que le disfraza la realidad convirtiéndolo en un payaso.
A veces cuesta desdibujar  las lágrimas.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Atrápame esos versos, en verso...



Complicada propuesta la que nos deja Valaf... Que Juan Ramón Jiménez nos perdone la osadía de seguir sus versos.


AMANECER

Una fantasía blanca

y carmesí. El pinar blando
prende el verdor goteante
de un oro granate y mágico.

La aurora viene de frente
las alondras sonrojando;
del ancho de todo el monte,
entra el mar un viento claro.
    
(Juan Ramón Jiménez)

Bajo el tejado, los  sueños,
humo pintado en el aire,
golondrinas sin  invierno,
alas  de negro encaje .

Tu torso desnudo al alba,
puerta de añoranzas, abre.
Esquirlas de los días felices
huella en camino de nadie.

        
(rosa desastre)

sábado, 2 de noviembre de 2013

La Santa Compaña (HALLOBLOGWEEN- 2)






No hacía aire esa noche, era extraño entonces el crujir de las ventanas, el silbido insistente que horadaba mis tímpanos. Abrí las persianas y contemple como la noche se deshacía en mi puerta.
Una hilera de luces  rodeó la casa, candiles de aceite portados por huesudas manos cuyas uñas se retorcían como garras entorno a la llama, daban engañosa claridad  a la muerte.
Las raíces de la higuera crecieron con desmesura  agrietando la tierra, salieron a respirar  y la luna, afilada como una guadaña,  las segó de un tajo. 
La savia   se derramó espesa y púrpura señalando un camino sin vuelta.
Un fuerte olor a azufre  se adhería a mi piel volviéndola azulada.  
Las campanas tañían para mí.
No grité, no pude moverme, cerré los ojos deseando que fuera sólo un sueño, pero ya no desperté.
Esta cadena no debe romperse. Al amanecer  tomaré mi candil de aceite y caminaré con ellos hasta tu casa…
Reza.