jueves, 23 de agosto de 2018

La cita... un relato para el jueves




El sol había bajado la guardia, las chicharras ocultas entre las ramas más altas del magnolio, no eran testigos fiables del suceso.
Enamorarse... vino aquí para eso, para enamorarse a los cincuenta y tantos.
Atravesó la niñez, la adolescencia, la juventud y con la madurez envuelta en un pañuelo, atravesó el parque para acudir a la cita.
Ladran los perros enseñando sus dientes amarillos, corren los niños volando sus cometas de seda, cantan las beatas el rosario de las ocho, lloran los sauces que custodian la acequia, hablan bajito los relojes de hierba y se apretuja el mastranto para beber de la noria.
A las diez, ese temblor de estrellas arrasándole la mirada, a las diez, se acentúa más el turquesa del cielo en éste verano raro, a las diez, se desnudan los amantes en las páginas últimas de todos los libros, a las diez del sur.
Lleva anudada la corbata con tres vueltas al cuello augurando el futuro juntos, el pan y la sal, el Evangelio de San Lucas, las campanas, el azahar, la lista de regalos inútiles, la familia del pueblo y las eternas preguntas.
Se le han olvidado las flores, el poema y la sonrisa. Está desnudo de razones y sin embargo extiende su mano para encontrarla, tan leve, tan blanca, tan lejos...
Menos mal que las magnolias abren de noche para guarecer a los desenamorados.