Las velas se han consumido, el amor consumado, los deseos inconclusos, las ilusiones rotas, el
presente muerto…
Borradas las iniciales que hirieron el tronco de la higuera,
nos diluimos en la savia, silentes, envenenando el futuro.
La rutina nos arrojó del paraíso al precipicio, en una
zancada de veinte años. El exilio de tu piel en mi piel, dejó un rastro que hoy
se disputan las alimañas del olvido.
¡Parecíamos tan felices!
No era predecible este éxodo de reproches, pero es que ya no te
amo.
Me di cuenta el día en que los perros no ladraban al verte
llegar.