El teléfono es testigo de la última captura antes de que él
alertara y se borraran todas las pruebas. Ella sabe demasiado.
En segundos, todas las cuentas en las redes quedaron en
blanco, ni rastro de aquellas frases insinuantes con respuestas provocadoras a
horas intempestivas, ni rastro de fotografías recortadas y citas en los sueños,
ni rastro de lo hablado en el último encuentro a escondidas.
Los planes se urdían con la ayuda de unas cuantas alimañas.
La decisión estaba tomada.
La mentira es la letanía de los cobardes.
La mentira crece como una enredadera invasora que acaba
ahogando la razón.
Los traidores tienen que estudiar cada día la lección para
no fracasar frente al mundo, para creerse y que los crean dueños de la
felicidad perfecta.