jueves, 1 de diciembre de 2016

Este Jueves, vamos a cambiar el cuento




Hoy es el día de la graduación. El hermano mayor de tres Cerditos, ha terminado la carrera de arquitectura.
Será un alivio para la familia que sufre el acoso constante del desahucio. Dicen que detrás de toda esta desgracia está el lobo.
Años de esfuerzo y calamidades  revolcándose en el barro y tratando de enseñar a los pequeños el valor de las cosas.
Cerdo mediano nunca entendió bien eso de la propiedad, él era "culillo de mal asiento" un día aquí, otro allá, de cochinera en cochinera, sin oficio ni beneficio, músico y poeta, total, nada.
Cerdo pequeño, endeble de espíritu, débil de fortaleza, se dejaba arrastrar al mejor viento, era un "mandado"
¡Chicoooo, trae ladrillos, chicooo, trae tejas, chicoooo, trae cemento, los permisos de obra, la cuba para el escombro, la firma del notario, el registro de la propiedad, las letras del banco la hipoteca bonificada  a sesenta años...
Cerdo mayor está agotado de mendigar trabajo. Su diploma bajo el brazo, sus ganas rebosantes, su juventud caducándose, sus esperanzas en exilio... sin  experiencia,  ninguna empresa le da una oportunidad.
En el escampado del cuento, construye un hogar para los tres cerditos lo suficientemente sólido como para que el lobo no pueda atravesar su tranquilidad soplando argumentos inútiles.
Al tiempo que crecía su fortaleza, creció su fama como arquitecto, los mandatarios se rifaban a Cerdo mayor para sus proyectos, ofreciéndole comisiones millonarias.
Cerdo mediano aprendió a tocar al son del partido corrupto componiendo la "sinfonía para ladrones" llegando a ser Nº 1 de los cuarenta principales.
El cerdo pequeño sigue de "mandatario" tan ricamente.
Y vivieron felices porque la conciencia, la honradez, se les quedó en el último renglón de la página que la censura arrancó de cuajo.

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