Aquí, se nos mueren los veranos
Sin darnos cuenta.
Extraños,
aventando al sol,
ciegos de hastío.
Aquí,
amamantados por la costumbre
hasta el vómito.
El solano desaloja la espiga de mi regazo.
El hambre de amor
Aquí,
es la piedra que nos delimita.
Aún así, me quedaré
Hasta que lleguen los pájaros
a disputarse
el polvoriento envés de tus hojas.
6 comentarios:
más en la agonía...la flor renació de sus cenizas...cuál ave Fenix....comtempló la luz de un nuevo día....un beso mi querida Rosa
Hasta del suelo calcinado nacen rosas, con el tiempo...
Un abrazo!
Y, es que, Aquí, nos atrapó desde la primera luz del primer verano.
Es precioso el poema, Rosa. Un lujo.
Saludos
Hola Rosa.
Siempre es un placer leerte. Un lujo tenerte "aquí".
Un abrazo.
Maat
Muere el verano.
Los ocres, seminales,
la greda empreñan.
Abrazos.
Si, siempre hay lugar para un esperanza.
Muy bello...muy bello.
un fuerte abrazo
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