(Así es la niña de Chauen,
un esqueje de jazmín sembrado en la memoria)
Llamador de miel tiene la puerta
donde aprende a ser mujer.
Celosía de arrayán y luna
la guardan.
Tanto silencio no le cabe en el pañuelo.
La libertad de su sonrisa
que no entiende de fronteras,
se me ofrece generosa como rezo.
Son los ojos de la niña,
Corán abierto a la mañana,
torre de sumisión,
ventana de la Medina,
donde vive,
laberinto añil donde ensaya el vuelo.
Sólo las rejas de los siglos,
le niegan las alas.
4 comentarios:
Precioso poema, Rosa. ¡Ojalá! todas las niñas como las de tu poema, vean desaparecer esas rejas de su vida y puedan al fin volar.
Un agrazo muy fuerte.
Maat
P.D. He dedicado un buen rato a documentarme sobre la ciudad de Chauen. Gracias a ti y a tu poema.
Rosa, un tema éste que me conmueve particularmente. Viendo desde lejos y desde afuera el sometimiento al que están condenadas millones de mujeres musulmanas bajo el fanatismo de quienes no entienden de razones, este poema tuyo me resulta mas que emotivo.
Precioso escrito y una bella imagen que habla por sí sola.
un abrazo.
Qué lástima de cultura islámica arrasada hasta el embrutecimiento por siglos de colonialismo. Qué lástima de niña, niños mujeres, encarcelados por una fe adulterada.
Abrazos.
Rejas intangibles y férreas.
Magnifico poema, Rosa.
Besos
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