martes, 12 de marzo de 2019






La promesa


Ya sabe que la observan desde todas las ventanas,
los visillos se mueven lentamente para no delatarse, pero la siguen
mientras va calle abajo.
A cada trecho se para, respira sin girar la cabeza, se agacha
y recoge guijarros hasta llenarse los bolsillos.
No está loca, no, es un arma para luchar desde dentro.
Murmuran, critican ensartando la hebra de las cavilaciones y dictando
remedios para su mal, pero a ella ya no le llegan los consejos,
está  lejos, al otro lado de un horizonte pintado con tiza.
Desde allí tira las piedras al tejado de su historia poniendo nombre
a los propósitos, la rabia da en la diana a veces y se abren
las compuertas del llanto, otras, el dolor le devuelve la pedrada
hiriéndola de nuevo y alguna vez  errando el tiro,
huye a limpiar las mentiras en el revés del agua.
No sangra. Calla y traga.
No hiere aunque la acorralen.
Se lo prometió a su madre.

5 comentarios:

Ester dijo...

Que fácil es confundir la razón (5ª acepción) con la locura. Una historia perfectamente contada. Un abrazo

Anónimo dijo...

Fantástico, Rosa. Un relato muy humano.

Un abrazo.

Aderet Ela dijo...

Bonito relato Rosa
Gracias.
Te abrazo fuerte :0)

Albada Dos dijo...

Muy original. Ese tejado que llenar de guijarros que esquiven el dolor de los pasados.

Precioso texto. Un abrazo

Recomenzar dijo...

Bello Muy bello escribes