Deshaucio
Una cuerda de horas amordaza la luz,
sin posibilidad de alborada alguna.
La noche resbala en mi vientre vacío,
mientras tu huella en las sábanas agoniza.
En los labios llevo aún el salitre de tu marea,
y mi piel recuerda tu sed en cada naufragio.
Hoy escondo la mirada en la ceniza de otro fuego
descontando placeres del reloj de mi cuerpo.
Cuando me quede hueca de recuerdos
Lloraré como una campana en la torre alta del engaño.
1 comentario:
Sí, el recuerdo es como un voraz parásito que va creciendo a medida que nos va dejando vacíos, desahuciándonos de nosotros mismos. Y no hay un antiparasitario efectivo. O la bestia nos deja por ella sola, o no cesa hasta desocuparnos por completo.
Un abrazo.
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