sábado, 29 de noviembre de 2008
Orden del día
Orden del día
En la mañana:
Sacar brillo a mis cicatrices,
desentumecer los pensamientos,
izar la sonrisa de los domingos,
asomarme a la sima del mediodía
y arrojar un adiós sin previo ensayo.
En la tarde:
Apretar la rabia,
destilar hiel y brindar con el enemigo,
Aceptar que un amor de alquiler lama mis heridas
sin que la náusea vuelva cárdena mi mirada,
Apátrida, vagar por el borde de los recuerdos,
Recoger los retales de tus sentimientos,
hilvanar el sudario familiar
a la medida de mis despojos.
En la noche:
Mantener los sueños bien abiertos,
No sea caso que la tristeza me coja desprevenida
Mayestática y destronada,
Sin fuerzas para morirme completamente.
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2 comentarios:
Un orden del día, éste, muy exigente. Todo sea porque la noche no nos coja desprevenidos. Aunque nunca hay garantía de tal cosa.
Un poema magnífico. De lo que te he leído ha sido lo que más me ha gustado.
Un abrazo.
Precioso Rosa! Me encanta eso de mantener los sueños bien abiertos, yo procuro hacerlo hasta de día...
Un beso muy grande!
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