domingo, 22 de marzo de 2009

Llegó para quedarse



Llegó con su paisaje de ojos ciegos,
Llegó insistente a los brotes de las hojas,
A las alas y a la tierra,
A la tristeza prestada de los martes,
Al cansancio y a la trastienda de mis dudas.
Llegó al sauce, a la puerta de mi armario,
Llegó… al amor desmemoriado.
A la veleta sin aire de mi techo,
A los renglones borrados del recuerdo,
Al deshielo y a la oquedad sin bordes de mí misma.
Llegó para quedarse, dicen,
La absurda primavera.

3 comentarios:

Any dijo...

La primavera viene, te lo digo,
en medio del silencio despacito,
la primavera con su sol amigo
y su verde infinito.
Viene sin golondrinas, apenada
y empobrecida por el largo viaje,
la tristeza le come la mirada
y le oscurece el traje.
Pero que importa si es un espejismo,
hay que esperar lo mismo su llegada,
aunque se haya quedado así de corta,
de tanto andar al borde del abismo.

Te dejo unos versos de Rafael Ielpi en retribución a tus palabras que me han gustado mucho
un abrazo desde el otoño

ralero dijo...

Si, absurda primavera cuando en la caverna el hielo perpetuo se mete en la sangre. Aunque, nunca se sabe, tal vez un rayo de sol inesperado penetre por una rendija... el deshielo, aromas, colores... Es entonces cuando nos damos cuenta de que no, no vino para quedarse.

Un abrazo.

Sara Castelar Lorca dijo...

Este poema es para llevárselo puesto, Rosa...precioso de verdad.

Un abrazo grande

Sara