Me duele el ruido del agua,
el éxodo del barro cuando tus pies llegan.
Me duele el trasiego de las hojas sin invierno,
la soga que te ata a los amaneceres.
Me duele tu voz de junco, tus ojos hueros,
el temor, la duda, la costumbre.
Me duele la copia inexacta de tus caricias,
la nausea del tiempo que nos desviste.
Me duele el cauce irregular de tu sangre,
el grito, la tregua, la indiferencia.
Me duele,
cuando los cuencos de viento rebosan
sobre la grieta sin voz de mi desdicha.
8 comentarios:
No hay pero dolor que el que no puede decirse.
Abrazos.
...peor...
Rosa, qué desastre de dolor que duele tanto, pero tu lo proclamas y nos duele, lo sentimos, amiga desde el barro al corazón hueco.
Repito ¿cabe extrañarse que ganes concursos con esa capacidad que tienes de exprimir palabras, desde el sufrimiento al placer, exquisitas?
Cuanto dolor reflejas en tu escrito el cual al revés que los ojos a los que haces mención, esta lleno todo el de frases y palabras nada hueras.
Levanta el ánimo , positivizate.
J. F.
Un dolor exquisitamente expresado, sin fisuras ni palabras hueras.
Sensibilidad en estado puro.
¡Enhorabuena! Rosa.
Beso.
¿Te mando una tirita o un curasana culito de rana?
Besito.
Preciosas palabras, tan bien expuestas que duelen querida Rosa.
Como siempre...un placer leerte. Besito que lo cura todo.
Ese dolor habla de sentimientos intensos, de tiempos que ansían ser compartidos.
Un abrazo.
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