viernes, 3 de junio de 2011




No, no, no es necesario, -decía la Mandamás-, no es necesario que tengan que participar todos los niños. Además Hilario, que está en su silla de ruedas, entorpecería la obra, el no entiende, no habla y constantemente grita y se le cae la baba, no será agradable ni lucido que ocupe un lugar en el escenario. Usted elija a los más listos, procure que los niños salgan guapos y que sus padres guarden un buen recuerdo de la fiesta de fin de curso…
Salí de aquel despacho como quien huye de la guarida de una alimaña. Vomité el desprecio sin palabras y no quise llorar. No es papel relevante para una profesora de teatro.
Los ratos de ensayo fueron un regalo. Perdí cuatro kilos y gane los besos más sinceros de aquellos niños que jugaban muy en serio a ser actores.
Hicimos nosotros mismos los decorados y los ropajes que conformarían las cuatro estaciones, la gente del pueblo, un narrador y un Rey.
Veintitres alumnos, todos guapos, todos listos, todos protagonistas ante unos padres orgullosos.
Hilario llevaba una corona de papel de plata, pero su entusiasmo era de oro. Limpió su baba con la manga del traje real y gritó de alegría viendo como le rodeaban sus súbditos.
Fue un éxito.
Afortunadamente, las alimañas no salen en las fotos.

16 comentarios:

ralero dijo...

Bravo!!!!

Besos.

Manuel dijo...

Acertada venganza el poner a Hilario de Rey en contra de los criterios de La Mandamás. Un poco de rebeldia y atrevimiento siempre tiene su recompensa.
Un beso

San dijo...

Lo facil, lo cómodo, lo hermoso, lo normal esto no molesta a los ojos, a las acciones, lo distinto ya es otra cosa. Bravo por la valentía de esa profesora.
Un beso para tí.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Toda una lección de vida!...bien por Hilario, sus compañeritos de teatro la profe anti alimaña!!!
Un abrazo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

..me falto un "y" precediendo a la "profe" jejejee

Ardilla Roja dijo...

Me encanta este relato, Rosa!!

He visto muchas obras escolares, tanto de fin de curso como en navidad. En unas actuaban mis hijos, en otras mis sobrinos, hijos de amigos... pero puedo asegurar que en ninguna he disfrutado tanto como en los musicales del colegio de niñas con minusvalías psíquicas que hay en el pueblo donde vivía en España. Su entrega e ilusión es absoluta.

Esa "Mandamás" es tonta, e Hilario le dio toda una lección.

Un abrazo.

Lupe dijo...

Lástima no haber necesitado una bruja en la representación. Hubiera hecho un papel sublime la susodicha.

Un abrazo grande.

Maat

Matices dijo...

A veces hay que dar lecciones a los "mayores", porque pierden el norte ante la idea de la supuesta perfección. Necios no saben lo que se pierden, son todo corazón y eso es el summum de la perfección...

Besos

Anónimo dijo...

Se me plantea una duda en tu magnífico relato. ¿La mandamás era también educadora?. Porque de ser así, ¡pobres criaturas!. Hace falta ser necia, torpe e inhumana para no apreciar la inmensa riqueza que encierran las personas como Hilario.
Un abrazo.

Dafne dijo...

Quedar mandamases asi seguro que quedan...afortunadamente se ven ya cada vez más de las otras, de las que integran a los Hilarios...que por otra parte ya estan integrados por los otros niños.
Besos

lucas martin dijo...
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lucas martin dijo...
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lucas martin dijo...
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lucas martin dijo...
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lucas martin dijo...
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lucas martin dijo...
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