Dormía solo en una habitación redonda,
para que la tristeza no anidara en las esquinas.
Su mujer gris y sus hijos grises,
escondían el parentesco renegando de su oficio.
El enterrador solo sueña
con un panteón con ventanas para escaparse de la vida.
3 comentarios:
Cuantos sueños se producen indeseados, a veces.
Hola María José, bello poema, me ha gustado.
Mis saludos.
Lola
Y alguien tiene que hacerlo, cada uno soñamos en lo que no tenemos. Un abrazo
Uf qué bueno, esquivando las esquinas
Un abrazo y por enterradores de antaño, sin miedos al más allá y menos al más acá
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