martes, 16 de septiembre de 2008
La suerte
La suerte
Delante de mí, hay un espejo en el que se refleja mi imagen.
A duras penas puedo reconocerme.
Hastiada de reverencias y elogios, a puerta cerrada, enfundo mis pies en las zapatillas de felpa naranja. -Cutres- por resumir en una, todas sus cualidades.
Es el último minuto de gloria, como el último deseo para un condenado.
Mi casa, es un retrato en sepia que habrá que esconder en un cajón de ahora en adelante, cajón destartalado semi abierto al ayer.
No podré llevarme nada, ni mi sillón, ni mi ventana orientada al sur sin horizontes.
Aquí estoy, desnudándome de mí, tachando de este cuaderno de cincuenta y dos hojas el exceso de equipaje: dos versos de amor.
Recorro el mapa indiferente eligiendo destino para perderme. Bastaría con cerrar los ojos y volver a la mañana de un lunes cualquiera.
Hoy es martes.
Ayer, hasta ayer, yo era como la hormiga que trabaja y guarda, porque todas las estaciones son duras en la casa de un pobre.
Hoy me desperté cigarra total.
Mi secretario anota en una hoja de excel las prioridades de una rica en prácticas:
-Mañana es Nochebuena. Indultar al pavo.
-Emborracharse a solas.
-Ensayar frente al espejo que se es, feliz, feliz, feliz.
-Regar los tréboles de cuatro hojas.
-Apadrinar una niña de Sri Lanka. Llamarla Suerte.
-Cuando regrese de Moratuwa, enmarcar el décimo de lotería.
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1 comentario:
El azar y la suerte son dos cosas muy distintas y, a menudo, no caminan tomadas de la mano. Durante un tiempo jugé a medias con alguién a uno de tantos juegos de azar. Y continuamente le repetía: "el día que nos sonría el azar, se acabará mi suerte, pues entonces dejaremos de vernos". Lo cierto es que esto último ocurrió sin que fuésemos agraciados con ningún premio, pero bueno.
El azar depende de la probabilidad, la suerte se busca, se trabaja hasta que se encuentra o se pierde.
Besos.
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