No se lo digas a nadie.
Duele mas el miedo desnudo,
el sabor amargo del disfraz,
que la aguja que atraviesa
los límites de esta mentira.
No le digas a nadie
que bajo esa piel está
la vergüenza exiliada de un secreto.
No digas.
Tu muerde, mastica, traga... envenenate poco a poco.
Y no te olvides de sonreir como si no pasara nada.
1 comentario:
Qué terrible puede resultar el decoro. El ponernos las manos en la boca para impedir que salgan, como vómito, las palabras no dichas que se nos van pudriendo dentro volviéndose veneno lento.
Qué ganas de gritar tan estériles cuando afuera está el vacío impidiendo transmitir tan sólo un suspiro.
Qué dolor de mordazas, qué dolor...
Abrazos.
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