Todo aquél que osa llamar a una mujer -o a cualquiera- con un silbido, nunca es merecedor de sumisión ni de cariño, sólo de desprecio.Brutal, un poema brutal. Y a mí me encantan los poemas brutales.Abrazos.
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Todo aquél que osa llamar a una mujer -o a cualquiera- con un silbido, nunca es merecedor de sumisión ni de cariño, sólo de desprecio.
Brutal, un poema brutal. Y a mí me encantan los poemas brutales.
Abrazos.
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