Octubre madura en mi alacena,
Fuera, se retuercen los sarmientos
añorando la savia,
declinando en la lumbre su fortaleza.
Cárdenos racimos se abrazan
para ser reguero turbio y dulce,
placer efímero en los labios,
camino fácil para el olvido.
Tú solo eres ya
Ese frágil deseo que empaña
el cristal de mi copa.
Brindis de veneno fermentado
En esta bacanal de nadie.
1 comentario:
Deseo colosal que, de tan frágil, se rompe a cada instante en afiladas esquirlas bebedoras de sangre.
Abrazos.
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